lunes, 28 de mayo de 2012

La nefasta y sospechosa gestión de Bankia



Resulta harto curioso el magnífico despliegue de ayudas para intentar reflotar el barco hundido que representa Bankia , cuando en esta galerna de crisis y de modo impávido se ha dejado que se hundan naves más sólidas en el proceloso mar de los intereses financieros. Cuando no curioso ya sospechosa es esa defensa a ultranza de una inversión con dinero público que no convence a nadie, pese al empecinamiento gubernamental por sanear una Bankia destinada al descrédito bursátil y al enmarañamiento de la situación con una desconfianza generalizada que amenaza ser el prolegómeno de una hecatombe financiera sin precedentes.

Se ve llegar la derrota de una estrategia de salvamento forzada a pesar de las evidentes carencias y factores malogrados para seguir disimulando el favoritismo destructivo por mantener lo que a todas luces supone una sombra que nos sume en una oscuridad especulativa muy peligrosa; arraiga en un proceso degenerativo de falta de seriedad y de honradez encubierta con dinero de todos. Se ve la improvisación y el mantenimiento de tesis contradictoriamente prácticas que pese a todo son de continuada proyección pretendiendo forzar una confianza que no acaba de cuajar. Las señales de fracaso son alarmantes pero no lo es menos el experimento de ingeniería financiera que un Frankenstein practica con miembros de distintos cadáveres, en esa absurda  pretensión de mostrar rediviva una monstruosa obra que ya nace con el fin de que cunda el pánico y llegue a afectar seriamente la reconstrucción económica de un país constituido de individuos vivos, vivos y perplejos donde sentirse cobayas a cualquier precio; incluso al de la ruina.
Sospechosamente se intenta mantener un muerto cuando nadie ha protestado por el aniquilamiento de una Nueva Rumasa que estaba muy viva, como en su momento lo era aquella Rumasa saqueada delictivamente cuando nadie clamó Justicia ante el atropello criminal que sufrió José María Ruiz-Mateos. No puede quejarse esta España de pandereta y falacia al ritmo de esta ópera de los despropósitos, del desafinado constante de la honradez ahora que notamos esas estridencias que hace treinta años pretendimos ignorar.
Bankia es un experimento que va costar tan caro como la vida de los trabajadores que fueron abandonados a su provocada suerte, cuando el crédito se denegó para sostener una dinámica empresarial de la Nueva Rumasa que condenaron a muerte desde la codicia financiera de un Banco de Santander en la primera línea de la salvaje especulación; cómplice Botín también  de esta nefasta gestión que puede suponer con Bankia una puya definitiva contra la fiabilidad de un sistema bancario cuajado de intereses ocultos que confrontan directamente contra la seguridad de la ciudadanía, cada vez menos propensa a pagar los desaguisados de una pandilla de facinerosos que juega con la vida ajena en tanto enriquecen las propias. No es casualidad la cercanía del banquero porque es seguro que se llevará rédito si fracasa estrepitosamente salvaguardar el cadáver llamado Bankia.
El Gobierno se equivoca y lo peor es que ya muchos empiezan a dudar de la honorable intencionalidad de los errores.
Justificar lo injustificable es esa intención desintegradora que nos precipita a la incertidumbre de las consecuencias, habida cuenta de los despropósitos en la pretensión de salvar lo que es un fiasco repetido se haga lo que se haga y lo apoye quien lo apoye. Botín es capaz de ver elefantes rosas volando y apoyar la gestión de Bankia; también es verdad que sus fantasías están basadas en esa realidad vergonzante de que paga a la Justicia por librarse de penar delitos que a otros no se perdonan. Incluso inocentes son castigados por las criminalidades encubiertas de sus verdugos. Así es y va España.

La torre de Bankia en Plaza Castilla tiene de torcido lo que la gestión de ese banco. Nadie se acuerda de las dos torres de Colón, rectas y con la solidez que representaba el mayor Holding jamás creado en España con la emblemática enseña de la abeja. Ladrones, tantos en España, no se acuerdan de cómo saquearon y se beneficiaron de la expropiación de Rumasa.

Lo de Rumasa no está claro, salvo que el Estado debe una cuantiosa indemnización en el debe criminal de su silencioso carácter de estafa histórica. Lo de ahora es un reflejo de lo de siempre, solo que hoy vemos con bastante claridad la clase de intereses que prevalecen al margen del beneficio colectivo.

Seguro que si José María Ruiz-Mateos propusiera un pacto de Estado, todos estos controvertidos y sobrepasados gestores encontrarían nuevos cauces para solventar esta crisis que va de mal en peor. Pero en España, ya se sabe de la envídia, se persigue a quienes crean empleo y enriquecen el país. Se tienden trampas para anatemizar la honradez y el compromiso. Siempre se ha mirado por el beneficio de los pocos contra el beneficio de lo colectivo y se ha denostado al emprendedor hasta neutralizarlo como una amenaza.

Aún así necesitamos escuchar a hombres como Ruiz-Mateos capaces de plantear fórmulas prácticas para sanear la banca y sin minar más la resistencia del dinero público.

Bankia es el monstruo de Frankenstein como los ciudadanos las cobayas de un experimento donde los resultados no son fiables. A este ritmo y con ese afán por seguir improvisando cualquier día nos estalla el laboratorio.

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