Resultan harto paradójicos los
contrastes en la solución de la crisis de Bankia respecto de Nueva Rumasa
cuando existen tantas similitudes en los orígenes de la problemática.
Principalmente similar es el
aspecto de recesión generalizada en que desembocó todo el proceso por intentar
salvar la hecatombe mercantil de Nueva Rumasa y financiera de Bankia, siendo
abandonada una y rescatada la otra. Muchas son las características parejas,otras
secundarias, como para obviarlas. La opinión pública no debe dejar pasar por
alto tantas coincidencias. En lo único que parecen diferir ambos casos es en la solución final, con
miles de perjudicados entre inversores y trabajadores del Grupo de la Familia
Ruiz Mateos y la de una Bankia cuyos responsables no asumen ninguna
responsabilidad obteniendo los favores gubernativos que se negaron a Nueva
Rumasa.
Con paritarias circunstancias,
sin embargo el cauce de resolución es judicial en uno y de favor político en
otro. La injusticia es en demasía descarada y el disimulo tan evidente que no
pasa inadvertido el trampeamiento que condena a unos y premia por la ineficacia
de gestión a otros.
No sería extraño que los vergonzantes
antecedentes del ataque frontal a la vez que traiciones contra José María
Ruiz-Mateos con la expropiación de Rumasa en 1983, sean un pretexto perfecto
para ignorar el drama en que ha desembocado el cierre del grifo crediticio por
parte de un Banco de Santander que acumula 100 sentencias en su contra como prolegómeno
de una importante pérdida de credibilidad de la Familia Botín.
No llamaría a sorpresa que los
enemigos de entonces fueran los de ahora. Que los vergonzosos personajes de la
política, la economía, de la política, la banca y del ámbito judicial, fueran
los mismos que asestaron el golpe contra Rumasa siendo responsables, por acción
u omisión, del salvaje coste que supuso una expropiación con indefensión
absoluta del afectado.
La contemplación de un pago de
18.000 millones de Euros pudo ser suficiente preocupación como para orquestar
un plan de pérdida de credibilidad con víctimas propiciatorias, para denostar
al hombre que la justificación de lo moral permitía contemplar una compensación
económica a la altura de los daños perpetrados hace treinta años. Bastaba
desfondar la base de crédito sobre la que se soportaba el entramado mercantil
de Nueva Rumasa, para que de carambola José María Ruiz Mateos perdiera su
credibilidad empresarial, quedando atrapadas en el laberinto miles de personas.
Perdida la credibilidad también moral nadie se afanaría en defender los
derechos de Ruiz-Mateos, zanjándose definitivamente una carroñera deuda que
España lleva en su haber más sinvergüenza.
No es nuevo que los sinvergüenzas
ocupen los puestos de honor en esta España del puro engaño que se edificó durante
una transición con muchos trapos sucios escondidos; tampoco que los honrados
pasen por estafadores y se les echen a los perros feroces de los medios
arrimados a conveniencia junto al poder corrupto que prevalece más allá de la
alternancia política.
La expropiación de Rumasa es esa
violación solapada que, dada la perseverancia por defender lo que legítimamente
pertenece a José María Ruiz Mateos, es conveniente acallar de manera definitiva
ante los indignados ciudadanos, quienes observan la impune corrupción política
que nos ha arruinado a todos, con ese descaro continuado de dar carpetazo a
miles de corruptelas por estar enarboladas tras siglas políticas o sindicales.
Entre ladrones anda el juego, los dueños del tablero que deciden destruir
fichas ajenas para seguir protegiendo las propias no pueden disfrazar ya la
verdadera intención que adolece de falta de honradez y justicia. Siendo los
grandes tramposos quienes amañan las reglas con la conveniencia evidente que
ahora Bankia exhibe para vergüenza de todo un país, se colige que nada es lo
que parece ni tampoco nadie.
Nueva Rumasa como Grupo
Empresarial cumplía todos los propósitos para recibir un incentivo una vez
cercenado el vital aprovisionamiento de crédito. Era evidente una intervención
no traumática dada la coyuntura de la economía española. Sin embargo, sucedió
todo lo contrario y es porque había mayor interés en hundirla que en
mantenerla. Seguro que en esta ocasión tampoco son pocos los invitados al
banquete, sólo que esta vez se ha prescindido de las metralletas. Es más
efectiva la estafa social apuntando con el dedo al inocente y convertirlo en
enemigo número 1; la misma injusticia hoy como entonces.
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