martes, 5 de junio de 2012

Carta abierta a un irrespetuoso Javier Nart

 
Caracterizándome la longitud de mis textos para exponer criterios carentes de florituras innecesarias, me permito escribirle una carta concisa como respuesta a la falta de respeto que esgrimió en Espejo Público el día 4 de Junio de 2012. El laconismo es lo que mejor se ajusta a su oratoria, en ocasiones con carácter de perorata.
Señor Javier Nart, comprendo que desde la inaccesible altura de su vanidad, alimentada por el día a día en que hace uso de su verbo florido, se le antoje la voluntad de ser olvidadizo con aquellos que no son dignos de sus atenciones intelectuales, tan excelsas ellas.
En todo caso me permito recordarle mi nombre que, sin ser presa de tanta soberbia significativa tan característica en usted, es identidad honorable y versátilmente profesional sin envidiar un ápice de su actividad literaria: Ignacio Fernández Candela.
 Es más, no cambiaría mi particularidad creativa que al lado de la de usted posee ganancias suficientes para no desear en absoluto su suerte personal. Mi nombre de autor es también Ignacio F. Candela, ya sabe: "el biógrafo del camarada", que por cierto conlleva abundante actividad con más de un millón de búsquedas en Google al lado de sus pobres 129.000.Es una mera referencia sin valor, como sus ninguneos vergonzantes.
  Ello indica que mi intensa actividad profesional me permite juzgar la vaciedad personal que usted me inspira y el poco reconocimiento particular que le debo. Le dejo una semblanza de mi trabajo como ensayista, novelista, poeta, conferenciante, analista socio-político, crítico literario, pintor artístico y sí, portavoz y amigo de D. José María Ruiz-Mateos a quien usted no es digno de criticar y menos jactarse de una mofa que le envilece.
Su modo de tratar la actividad profesional ajena cuestiona  la suya propia, por lo que deduzco que usted no debe de ser muy consciente del esfuerzo que hay que respetar, salvo que su labor sea de fácil factura con atajos inconfesables.

Por cierto que he enviado un comunicado a Espejo Público con mi parecer sobre su autosuficiencia verbal, tan contraproducente en ocasiones para opinar sobre lo que no tiene ni repajolera idea… pero da el pego, ya se sabe, por su florido verso.
Disculpe si no me despido educadamente pero se da el mismo caso que a usted con mi nombre: no me apetece recordar cortesía; en realidad ni me apetecía dirigirme a su persona y hasta se me ha olvidado que le he saludado. La misma chispa que tiene usted con sus sosas gracietas, no se queje.

No hay comentarios: