En la carrera de la avaricia por atesorar riqueza mediante la especulación de la ruina de los ajenos, algunos banqueros son ya evidentes tramposos en la sabia y experimentada voz de la calle. La trampa conlleva en muchas ocasiones el descrédito popular y no siempre salen los poderosos con bien, por mucho que intenten pagar a golpe de talonario los tejemanejes, digamos delicados, sobre los que se sostienen sus aparentemente inalcanzables estatus. Torres muy altas han caído y habrán de caer.
Basta
que se descubra lo que se esconde bajo las alfombras de la aparente
honorabilidad para que un falso filántropo de las finanzas se convierta en
presunto sospechoso y quede al descubierto ante la opinión pública.
En Italia un reputado banquero parece ser
objetivo de investigaciones judiciales donde su impoluta imagen es cuestionada.
Aunque en España su gran influencia de poder le haga inalcanzable a la crítica
de los muchos que le temen y que por arte de bilibirloque se le exculpe de
imputaciones judiciales, los italianos lo han calado con operaciones
fraudulentas y una forma de especulación denunciable que también se refleja en
el escándalo de los “Valores Santander”. Tirando del hilo se deshilacha la
manta de la imagen precursora de bien social y se descubre la intención al
desnudo: salvajemente especulativa, realmente pútrida.
Los
afectados de los “Valores Santander” han sido silenciados por el marasmo de
intereses con los que se nutren los que se encargan de que no se oigan las
protestas pero, al final, todo se acaba sabiendo. La prensa está comprada y los
ciudadanos vendidos. Una y otra vez, a la vez que se exprimen los derechos y
las resistencias de los espectadores y víctimas de tanto inescrupuloso Epulón,
más Lázaros se rebelan. Hay que conocer la verdad. No es oro todo lo que reluce
y ya son muchos los que no se fían de esos poderosos filántropos de la banca;
más poderosos cuanto más se empobrecen sus generalizadas víctimas.
La
sociedad es de por sí cobarde dejando que la influencia monetaria borre los
tufos que pudren los pilares de la legalidad. Sucede en el mundo político con
asiduidad y se cuela lo delictivo como una normal gestión impune que se premia
por estar protegida por la sigla política.
La manera lamentable de abandonar a Nueva
Rumasa, respecto a lo sucedido con Bankia o las numerosas Cajas arruinadas por
el saqueo sistemático de responsables premiados con suculentas jubilaciones e
indemnizaciones, lo demuestra vergonzosamente. Además de cobardía, España
adolece de una picardía delictuosa que permite a los estafadores seguir
presentándose ante los estafados como benefactores a los que se debe
gratitud, con los intereses bancarios por delante pesando sobre cada uno de los
colectivos y miembros individuales de la sociedad española chantajeada por los
poderosos de la sopa boba; una sopa boba multimillonaria pero parasitaria,
porque el sistema se alimenta de la existencia de los más pobres para dar más
poder al rico y encima se agradece. Hipócrita condición humana tan evidente
como rastrera.
http://www.elconfidencial.com/espana/2011/09/07/botin-seguira-bajo-sospecha-fiscal-durante-anos-segun-los-inspectores-de-hacienda-83824/
Muchos banqueros
son ídolos de oro y platino con pies de barro. La fortuna dineraria depende en
mucha medida del tino y el constante pago de encubrimientos sobre operaciones
no solo defectuosas en la forma sino también en el fondo. La actitud cuenta y
de ella se deriva la intención. Son tantas las tropelías encubiertas que
finalmente acaban por saberse y plantea la sospecha de que el balance de las
gestiones muy probablemente evidencie irregularidades permanentes que
cuestionen la lícita actitud en el desarrollo de la gestión de las finanzas.
Muchos frentes de perspectiva judicial se
van abriendo como el Fondo Santander Inmobiliario , sus inversiones con Madoff,
los pagos al juez Baltasar Garzón o el caso Banif, donde las pérdidas de los
inversores han resultado más que cuantiosas. Quizá no es casualidad ese afán de
protagonismo que gasta su Presidente, porque así estará clara la
responsabilidad futurible de quien ha podido generar los problemas.
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