sábado, 2 de junio de 2012

Rescate europeo hipotecando el futuro español, de por vida.



Rajoy está muy mal aconsejado. Su problema tiene un nombre y ha creado una corriente, sinónimo de una inexplicable pasividad rayana en una ingenuidad casi enfermiza : el arriolismo.

Si de algo se puede culpar a Rajoy, desde que lideraba el banquillo de la Oposición, es de una ingenuidad desesperante que no pasaba inadvertida a sus votantes y potenciales seguidores hartos de la política destructiva de Zapatero. La honradez de Mariano  es manifiesta pero falta compensarla con una necesaria picardía para bregar con las alimañas que en este país se mantienen en acecho.

Bien sabido es que ha estado nefastamente aconsejado por la corriente arriolista que no ha determinado ningún triunfo del actual Presidente de Gobierno que no sea el del propio desgaste del socialismo con la absoluta pasividad del partido Popular, en lo que resultó una inane estrategia cobarde y nada versátil. Esa falta de versatilidad es la que se achaca a Rajoy presidiendo un país del que heredó la peor herencia que podían dejarle. Esa ingenuidad y esa pasividad son las que tememos los españoles cuando le vemos escuchar los cantos de sirena de Europa que lo arrastran para que acuda al fondo de rescate europeo. Tanto marear la perdíz del consenso nos va a llevar al matadero, el fin último de estas agonías nacionales para no pocos especuladores europeos.

No por creer que Europa puede conseguir salvarnos de este momento crítico,como dice Rajoy,  debemos  ignorar las verdaderas intenciones de los socios comunitarios: hipotecar nuestro futuro como país, contentando las exigencias impuestas que pueden parecerse a un chantaje sin final. Para estos socios la estación término de la crisis española pasa por la supeditación de España a las instrucciones que favorecen a la Unión Europea. Punto. Los problemas de nuestro país y la gestión de sus soluciones son beneficios futuros para la Unión Europea si, logrando salir de la crisis, se paga a plazos en el mañana lo que se contrate bajo presión en la actualidad.

Somos meras cobayas con las que ellos experimentan. Si les sale bien el experimento español, podrán pagarse  gran parte del laboratorio y seguiremos encerrados en la jaula.

No sería casualidad que Alemania estuviera  presionando a De Guindos para que España acuda a un fondo de rescate.
Es la consecuencia lógica del camino emprendido pensando que aquí todos ganamos. El interés descomunal por condicionar nuestro equilibrio económico en el mañana, pasa por pactar ahora lo que será una manera de pago permanente que nos lastrará nuestro potencial económico de por vida. Seremos los perdedores y encima deberemos estar agradecidos, no sea que empeoren las condiciones pactadas.


No existe ningún altruismo en la mejora de las condiciones de España, sino un oportunismo para engancharnos a una Europa que nos perdonará la vida, a cambio de prestarla en plazos de pago severo y muy cuantioso. Lo más parecido a un pacto con el diablo ahora, sería escuchar esos cantos de sirena y caer en los propósitos de quienes son competidores y además pretenden lucrarse a base de nuestros sacrificios mercantiles, financieros y , los principales, de los ciudadanos.

La posición negociadora es la misma que caracteriza a la pasividad del arriolismo en todas las decisiones de Rajoy. Poco espacio donde poder moverse e influidos por el devenir que no provocamos sino que asumimos con nula capacidad de iniciativa. Eso es lo que nos niega el aprovechamiento de nuestro propio potencial dejando que otros elijan nuestro destino. El precio de un rescate nos hipotecaría para siempre ante unos socios que miran por sus intereses del mismo modo que lo haría un prestamista a sabiendas de la crucial situación en que se encuentra el que vive de prestado. Todas nuestras penas les favorecen.


Hasta el momento Rajoy se ha plegado a las exigencias de la Unión Europea , entre otras cuestiones por la falta de un programa práctico para afrontar un situación crítica cuya gravedad no estriba en el agujero económico, siendo el institucional de muchas más graves consecuencias además de ser el origen del desastre pecuniario que padecemos. La asolación de las arcas estatales se ejerció con una política de acoso y derribo contra todo lo que no supusiera contentar las ingentes codicias del nacionalismo, el verdadero destructor del equilibrio de Estado español.
Las corruptelas, el amiguismo, la compra de favores, el papeles para todos, el reparto de botines  a precio de oro y la caradura de un socialismo desintegrador, han sido la responsabilidad problemática que ha asimilado quien menos culpa tiene. El problema es que Arriola sigue pegado al oído de un absorto Rajoy que cree encontrar las soluciones con la brújula amañada que le ha prestado la Comunidad Europea. Problema de todos.
Con esa misma ingenuidad enfermiza que caracteriza a nuestro honrado Presidente, tan nefasto es carecer de falta de perspectiva ante la situación de ahora, como lo fue las muy mal intencionadas legislaturas del zapaterismo que jamás defendió los intereses legítimos de los ciudadanos y nos abocó a una dantesca ruina.
En uno y en otro caso- aún siendo muy dispares las bases morales de esas políticas-, los resultados contraproducentes pueden ser iguales. Zapatero malgastó una herencia con ocho años de impune acción delictiva en que se tradujo su nefasto gobierno. En tiempo de crisis que comanda Rajoy, cargando el lastre del destrozo zapaterista, los daños pueden ser brutales si no anda con tino para solventar esta papeleta en que nos muestran una estafa como salvación, cuando es un chantaje para endeudarnos el día de mañana. España no volvería a ser la misma pagando los abusivos intereses del precio de un rescate que nos amputaría nuestras posibilidades competitivas.

Debería contemplarse alguna iniciativa como es la salida del Euro lejos de las condiciones abusivas de los socios comunitarios. De hecho ya son numerosos expertos que lo aconsejan. José María Ruiz-Mateos fue el pionero y quizá en un mañana haya que agradecer su intuición sobre una advertencia que ya realizaba hace veinte años.

Renunciando al chantaje de las inadmisibles imposiciones que serán aun mayores, al tiempo, probablemente se conseguiría un posicionamiento en las negociaciones que hoy en día puede comprobar De Guindos que no es el más adecuado para esquivar el agobio de los imperativos que España no debe aceptar.

Ya es momento de soltar pesados lastres. Arriola es una carga en el potencial de Rajoy, pero debería darse cuenta él de que los malos consejos cargan la verdadera gestión, la eficaz que necesita España hoy en día. Cuanto más nos adentramos en el laberinto al que nos impulsan las exigencias europeas, más estamos expuestos a perder nuestra identidad financiera y comercial en un futuro. ¿De qué servirá salir de la crisis al precio de perder nuestra autonomía económica? A eso nos arriesgamos si no ponemos imaginación y coraje en el empeño; para eso Arriola y compañía no sirven. A ver si se entera Mariano que el embudo se estrecha.

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