viernes, 29 de marzo de 2013

LA INMENSA GENEROSIDAD de D. JOSÉ MARÍA, DURANTE TODA UNA VIDA




Quizá convenga creer a muchos ignorantes o sectarios que D. José María ha especulado con el dinero de una manera arbitraria y egoista. Nada más lejos de la verdad.

Ígnaros y sectarios son los que engañan a la opinión pública cuando dicen que no pagaba la Seguridad Social de sus Trabajadores. Ya expliqué que al adquirir empresas con déficit, se contraían las deudas ajenas para sanear la empresa y se pactaban los aplazamientos legalmente. Al poco tiempo las empresas deficitarias daban millonarios rendimientos y estaban al día con los impuestos, incluidos los de la Seguridad Social. Con Galerías Preciados todo estaba legalizado y la deuda de 14.000 millones de pesetas pertenecía a los anteriores gestores, no al Sr. Ruiz-Mateos que estaba dispuesto a dirimir la problemática.

Dhul se compró deficitaria y con una nefasta gestión y al cabo de un año rendía 500 millones de pesetas. D. José María era el único empresario que podía permitirse el lujo de comprar sin dinero porque su genialidad de gestión multiplicaba los beneficios pudiendo pagar poco tiempo después la adquisición a los anteriores dueños. La brillantez era su secreto exclusivo e intransferible. 

Su vida, sin lujos propios, ha sido trabajar por los demás con un don magistral y único, creando empleo con pasión y entusiasmo profesional. Recordemos, una vez más y las que sean necesarias, su genialidad exclusiva iniciada con 300.000 ptas y los "7 magníficos", los 7 empleados fieles con los que inició el milagro económico:

 http://es.scribd.com/doc/100456139/RUMASA-1961-1981-XX-Aniversario

A lo largo de su intensa vida siempre ha sido consciente del reparto equitativo de las ganancias y jamás ha dejado de pensar en sus semejantes, canalizando inmensas cantidades de ayuda a través de instituciones que podían servir al propósito de entregarlo al prójimo.

Después de una lucha contra la corrupción estatal en que ideó modos de una noble defensa, prescindiendo de la violencia, él puede tener la conciencia muy tranquila sabedor de que ha donado miles de millones de euros durante su gestión profesional con el Holding Rumasa y su posterior trabajo empresarial.

Se le acusa de ser moroso con las cuentas del Estado, precisamente por parte de un Estado que expropió delictivamente su patrimonio y se encargó de enviciar jurídicamente todo derecho que le asistía a ser compensado por un canallesco expolio que ha quedado impune hasta ahora. Su conciencia está muy limpia porque sabe que ha dado mucho más que lo que debe y no se arrepiente de no haberlo otorgado a quienes le robaron impunemente. Él ha cumplido con creces el propósito de los impuestos, solo que lo ha dado a quien cree merecerlo. 

Muchos piensan que el peligro de sus denuncias ha pasado y que se salieron con la suya. No canten victoria los confiados ladrones...

En el año 2009, lejos de imaginar el terrible calvario que vendría después y  añadido a la vida de un luchador sin parangón, D. José María fue recibido por el Cardenal Bertone para imponerle la más alta condecoración que puede recibir un laico de la Iglesia, por su contribución innumerable de ayuda a sus semejantes con donaciones que en nada pueden hacer pensar que él fuera a quedarse con nada que no le perteneciera, siendo un generoso gestor de magníficas obras sociales.

La medalla de Caballero de la Orden de San Gregorio Magno fue el colofón a sus extraordinarias aportaciones, de continuo  pensando en los demás.

D. José María siempre ha sabido distinguir a Dios de las obras de los hombres que usaron instituciones bien intencionadas para esconderse vilmente y traicionar por unas codicias inconfesables que se desparramaron sin freno por la politica, la judicatura, la empresa y la finanza, tomando todos a dentelladas la pieza indefensa de su gran obra empresarial y financiera.

José María Ruiz-Mateos posee muchos más méritos que lo que nadie imagina. En la vida de este gran luchador nadie es lo que parece ser y algún día lo detallaré en un libro que describirá todo lo vivido a su lado durante este tiempo de batallas al descubierto y otras secretas. Dios y el destino de la verdad, pondrán todo en su sitio y a cada uno en su lugar. Tarde o temprano todo se acaba sabiendo.

Un día escribiré una obra intitulada: "Cómo José María Ruiz-Mateos pagó a sus Inversores". Pero primero se anunciará una gran gesta y queda ya muy poco tiempo para hacer público comunicado del fin de la pesadilla.

En este viaje llegamos pocos a la meta por la que hemos trabajado muy intensamente. Hablaré de quienes pusieron las trabas de manera mezquina, pero también de cómo se vencieron tan arduas problemáticas.

Este martes hablaré de las prontas soluciones con 50 Inversores. El momento tan angustiosamente esperado, pese a las muchas trabas y dificultades impuestas, está  muy cercano.

Por cierto, si seguimos el acertado aforismo de que "de bien nacidos es ser agradecidos"... ¿Dónde están los que se nutrieron de tan cuantiosas ayudas durante toda una vida, para defender ahora la dignidad y honradez de D. José María, pese a las confusas y retorcidas apariencias? Hipócritas, raza de víboras, los llamaba Jesús. Esa cuestión vergonzante del desagradecimiento es otro cantar... coral y desafinado.




lunes, 25 de marzo de 2013

Joaquin Yvancos: Escribir un libro y escurrir el bulto judicial





     Una vez leído el libro La Familia ideal y en función de esa impresión final que deja la última página,  después de pasearme por los capítulos de esta biografía ágilmente contada, reconozco que podría haber formado parte de los miles de engañados que lo comprarán y creerán veraz su contenido. Sobre D. José María y su excepcional ingenio de gestión empresarial y financiera es muy fidedigna la información, vislumbrándose la tenacidad ante las adversidades que siempre fue estandarte de honor que el empresario ondeó frente a las muchas malignidades contra las que tuvo defenderse.

   Sin embargo, el Yvancos en cuestión que se conoce personalmente no aparece en ninguna página de esta obra editada por Espasa. La publicación oportunista pretende ser exculpatoria, pero la realidad supera a la ficción e Yvancos es solo una sombra proyectada de lo que esconde.


    A mí no me engaña porque lo conozco personalmente y no se me olvida la primera conversación telefónica que tuve con el mismo Ipad de Begoña, cuando al principio tuve que entrevistarme con gentes del conglomerado empresarial para ponerme en antecedentes y averiguar lo sucedido que condujo a la quiebra. Desde entonces mucho ha llovido y cada personaje de este enredo de codicias colectivas se ha quitado su máscara.

   Como dice D. José María, me hago el tonto pero a estas alturas deberían saber algunos que de tonto no tengo un pelo. Soy muy observador de las actitudes de cada personaje de estas tramas enmarañadas pero sé perfectamente con quien trato aunque no se me note. Mi objetivo es que D. José María  pague a los Inversores y no he variado un ápice mi trabajo en esa dirección, aunque sí hayan variado otros cuyas obras son deleznables y sin justificación ninguna.

  
    Por  entonces, el abogado estaba muy molesto con un artículo que había escrito sobre sus andanzas personales y Begoña le informó que podía decírmelo personalmente porque estaba a su lado. Después de una charla introductoria en la que dejé que se confiara, Joaquin Yvancos, muy seguro en sus ladinos modos, reía ufano, alardeando de que los hijos habían sido torpes dejando memorias USB en los ordenadores, cuando él siempre se había cuidado de no dejar huellas. Debía de hablar de propias fechorías pues me consta, en palabras del propio Sr. Ruiz-Mateos, que Yvancos hacía y deshacía con absoluta autonomía porque había depositado total confianza en su función jurídica.

    El oportunismo es una constante de un hombre que ha vivido arrimado a la sombra de D. José María, bien pertrechado de oportunidades propias, e  integrado en un equipo de trabajo donde el abogado tenía una inmensa capacidad para decidir sobre las gestiones de Nueva Rumasa, con manos libres para administrarse al margen de la dinámica empresarial y contemplando sus propios y especulativos intereses pecuniarios.

   
    El libro parece escrito por una víctima inocente de las circunstancias provocadas por agentes externos y ajenos, siendo él una endógena representación de nobleza personal, lealtad incondicional y profesionalidad estrictamente aplicada a la ley y el derecho que asiste a una persona que se dirige con paso recto y bien intencionado. Sus buenas maneras y la apariencia de integridad que le otorga ser público adalid de tantas causas abiertas contra la corrupción generalizada del país, pueden engañar a quien no le conoce o pretenda reconocer en sus palabras la honestidad de un profesional involucrado en irregularidades por atenerse a la obediencia profesional que no a la voluntad delictiva. A tenor de lo escuchado, de lo sabido sobre su persona, nadie de Nueva Rumasa ha negado el carácter oscurantista del que fue jefe jurídico del Grupo empresarial  y es recurrente la apreciación de que siempre fue un hombre que parecía carecer de conciencia, siendo capaz de todo por dinero. Ésa es la realidad contada por quienes lo conocieron en sus ardides y pretensiones que no estaban presididas, precisamente,  por encomiables actitudes profesionales como relata tan idílico ejercicio literario para mayor gloria, inmerecida, de su arribista autor.


    Con todo lo expuesto, sin embargo es una fehaciente muestra de la íntegra genialidad de José María Ruiz-Mateos, el único que compraba empresas sin dinero porque era capaz de que en el primer año se pasara de la quiebra a unos beneficios de 500 millones con una capacidad de gestión absolutamente deslumbrante.

   
    El hecho de que D. José María siempre dijera que no era ejemplo de nada y se considerara "un pecador", es atribuible a su gran humildad y modestia que jamás fue teatral. Esa humilde condición la aprovecha el abogado para dar a entender esos pecados que, lejos de ser tremendos, son una manifestación de sencillez inherentes a un hombre mayúsculo.Tremenda fue y es la brutal injusticia con que se cebaron sus aprovechados enemigos.

   
   Por lo mucho hablado con D. José María durante este tiempo acerca de sus más cercanos colaboradores, Joaquin Yvancos no es el benigno precursor de la lealtad y la amistad que describe en el libro. Es mejor callar sobre ciertas propuestas de negocio que el Sr. Ruiz-Mateos, sorprendido por las ocurrencias de quien traspasaba las líneas de lo permisible con tal de ver negocio, estuvo obligado a rechazar.

    
     No existe en la obra el Yvancos autobiográfico que se pretende siendo, en realidad,  una quimera de sí mismo, pero sí la percepción sobre el ingenio de un empresario y financiero que nunca dejó de luchar encomiablemente por lo suyo… y sigue buscando las soluciones para el problema de los Inversores que tal vez de carambola solvente 30 años de vergonzantes injusticias en España. Seguimos trabajando para sorprender a quien menos se espera un resurgimiento que podría ser históricamente recordado pagando lo que se debe.


  Una Familia Ideal es un libro para leer, recordando que nada es lo que parece y que el tiempo acaba por poner a cada uno en su lugar, por muy mojigato que uno se manifieste escondiendo los afilados colmillos de la depredación.






sábado, 16 de marzo de 2013

Rosa Villacastín y la mentira de carácter vitalicio

    
   Hoy hemos visto juntos las declaraciones de esta señora en el programa de Más Gente con Joaquin Yvancos presentando su libro. La indignación era patente en D. José María que conoce bien a Rosa Villacastín. Esta anciana, poco venerable,  no se ha quitado el collar que colgaron por su juvenil lealtad sectaria, cuando se robó impunemente el patrimonio del empresario.
   En España las mentiras son de muy larga duración. Están bien pagadas, como si fuera un rendimiento vitalicio para quien se encarga de mantenerlas, alimentarlas, pues las que las crean son los que se quedan el botín en tanto otros se conforman con las migas.

   Los ladrones del felipismo expropiaron delictivamente Rumasa. Robaron a punta de metralleta los balances y falsearon las cuentas para pretextar un peligro inminente contra la Economía española que había que atajar. Luis Valls Taberner ofició de traidor maestro de ceremonias facilitando, junto a Rafael Termes, los preparativos para la ejecución delictiva pero auspiciada por miserables solapados e  influyentes.


   Después de una larga lucha de intenso ingenio con un calvario brutal procurado por criminales de baja estofa de la política, la banca, la judicatura y algunos medios de comunicación sectarios, el empresario y financiero fue absuelto de toda imputación en 1997, dejando en evidencia el trasunto falsificado,  criminal, de los ricachones estafadores que dieron el golpe de mano expropiador.


   En este país hay arrimados que no obedecen a otra razón que a la manipulación de alto rendimiento. Arrimarse a Boyer y a la Preysler siempre es una maniobra que sale a cuenta, solo basta con adherirse a la causa del latrocinio y ser mendaz en la primera ocasión.




   Rosa Villacastín no entiende de dignidad sobre las verdades, las del barquero que habría que cantarle, a ver si por vergüenza ajena deja de sembrar insidias que están demostradamente injustificadas, pues José María Ruiz-Mateos pagaba a sus trabajadores la Seguridad Social y jamás hizo ningún malabarismo ilegal de sus finanzas que constatase un peligro para las cuentas españolas.


   La realidad es que el resultado del expolio recayó en amigachos de Felipe González y en los bolsillos de los parias que vieron con la llegada al poder la oportunidad de saquear politizando la Justicia.


   Rosa Villacastín es el sobrante de un vertedero consentido donde las inmundicias del país se convirtieron en estafadores de buen gusto, de recalcitrantes lujos a costa del robo universal-porque no hay en el mundo ejemplo mayor de repugnancia política que la protagonizada por el socialismo felipista-,de cuyos festines la señora Villacastín ha degustado tanta vomitiva alta clase recitando, con verborrea propia de cotilleo de portería, las falacias aprendidas del sectario carácter propio de los trepas y de las chepas… las chepas que deben de salir de tanto agacharse a recoger las migajas que el amo tira dstraidamente sabedor de que la lealtad, la mísera del esbirro, se paga.


   Que Villacastín siga mintiendo en cuanto tiene ocasión para defender a la clase rebozada del multimillonario latrocinio de Rumasa es algo tan normal como adivinar lo bien que le fue encontrando la panacea criminal de la que nutrirse toda una vida. El sectarismo es así de influyente y repulsivo. Da igual que haya exculpación; nunca importó. El dinero compra voluntades y también la indecencia.
 

    Es asombrosa la capacidad inteligente de una rémora de la estafa histórica de Rumasa, que resume un historial empresarial y financiero impecable con las aranas repetidas-miente que algo queda-, de que José María Ruiz-Mateos no pagaba la Seguridad Social (FALSO). Cuando se produjo el expolio había una deuda de 16.000 millones de pesetas por la adquisición de Galerías Preciados asumiendo Rumasa el montante de la deuda de 14.000 millones a la SS. La deuda provenía de los anteriores gestores y dueños. Se habían negociado los aplazamientos y todo estaba en orden. 

   Arguye la insigne aranera  que metía dinero que no debía de sus bancos en las empresas sin considerar los reglamentos de Banca (FALSO). Siempre D. José María se supeditaba a las instrucciones del Banco de España, mal aconsejado por Valls Taberner que preparó durante dos años la trampa. 

    Que, en definitiva, cometía locuras en sus empeños profesionales (FALSO). La seriedad de la obra financiera y empresarial era de un prestigio reconocido en el mundo entero durante 20 años.  No, Boyer no se volvió loco sino que, hoy bimillonario, se embolsó los resultados de una estafa gubernamental con la suerte de haber recibido un capón en la cabeza. Otros más mundanales se hubieran encargado de que recibiera contundencias más definitivas, junto a la jauría beneficiada de la delictiva acción criminal del gobierno socialista. 

    A Carmen Ro quizá se le pudiera explicar la dignidad que supone defender a un hombre que ha trabajado intensamente por el bien de sus semejantes, donando durante toda su vida miles de millones en obras benéficas y volcándose en crear empleo. Ella es joven y la información desvirtuada de estos años ha podido podido ser tomada como verdad, siendo una de la más canallescas tramas para enjuiciar malévolamente a un José María Ruiz-Mateos absolutamente desconocido.

   Con Villacastín no hay integridad personal ni profesional, solo los afectos del engaño y la miseria de la manipulación.

     Qué bien  explica las irregularidades de Rumasa  la docta e insigne  Villacastín con el etcétera, etcétera, etcétera, dando por hecho lo que solo los de su ralea manifiestan sin pruebas de ningún tipo.
   Cómo resume el simplismo la compleja y digna obra del ingenio empresarial y financiero. Paradigma de virtud, de valía acrisolada aunque apeste a falacia, Rosa Villacastín ha colado siendo insignificante pero bien pertrechada. El tufo le dura tres décadas. 
   
  Cuidadito, que igual todavía muchos se llevan una sorpresa histórica que valdría por 30 años de sacrificio. José María Ruiz-Mateos es mucha persona ante tanta cobardía. A saber qué haría enmudecer a tanto asno de juicio severo y desconocimiento visceral de los acontecimientos, los reales, denunciados toda una vida por el empresario.

   La trampa de la expropiación permitió que vulgares correveidiles se ensañaran con un hombre inocente y víctima de múltiples traiciones. Uno tanto y otra tan poco... Comparar una obra empresarial y financiera de D. José María Ruiz-Mateos con la improductiva verborrea de la Villacastín es una evidencia de inutilidad para la segunda.  ¡Cuánta vulgaridad respetada a cuenta de ridículos méritos del palique!


   Representa esta forzado cerebro-no da para mucho más tan regio intelecto-, la ignorancia inicua que tanta podredumbre ha creado en la sociedad española. 
  Si el Sr. Ruiz-Mateos hablara se echaría a temblar esta España doblegada por la maledicencia de quienes más deberían esconder; los que tan ufanos pasean su desvergüenza personal y siguen mintiendo con la estridencia de quien se sabe bien pagado y protegido por los estafadores sin punición. 
    Los rebuznos son muy sonoros, el criterio nulo. Así va España que se traga las monsergas de cualquiera; un país,  paraíso de los sinvergüenzas a costa de convertir a la victimas en villanos. La excusa perfecta para ladrar y mover el rabo a ver qué más cae de la mesa de los amos. 

Carta abierta a Rosa Villacastín. 

jueves, 14 de marzo de 2013

Francisco: Una débil presa papal, para resistir las revueltas aguas internas de la Iglesia


   Recordemos otra vez  aquella comida en el santuario de Fátima, al lado del guía espiritual del Ejército Azul de María, cuando los acompañé como cámara ENG para cubrir el septuagésimo quinto Aniversario de los Milagros de Fátima. A vueltas con aquello que el padre César Lumbreras, sacerdote del Opus Dei,  dijo sobre los  lobos, serpientes y escorpiones que había en el  Vaticano pugnando por el papado, cuando todavía estaba vivo Juan Pablo II. Diez años después, con la renuncia de Benedicto XVI y la elección de Bergoglio- un jesuita al  margen de la vanidad y del arribismo que impera en el Vaticano-, se advierte que los cardenales han preferido encontrar un pastor que apaciente el rebaño y lo proteja de la depredación que los núcleos de poder han impuesto durante estos pasados años.

    Pese a este intento de remedio,  el mal ya está firmemente asentado en la curia y los propósitos de poder habrán de arreciar con este intento de mediación y que es un voto de confianza reformista por parte de los cardenales, testigos de ese pulso con el que muchos seguramente no comulgan. Un papa jesuita es solo un voto neutral, también una advertencia  ante la coacción que se ha debido ejercer en esa lucha interna que se ha propalado por el mismo papa saliente, un Ratzinger que quizá con su renuncia dio un margen de maniobra para que no se desembocara en un callejón sin salida que hubiera supuesto un escándalo de dimensiones universales, capaz de tambalear las frágiles columnas sobre las que se sostiene una jerarquía eclesiástica minada de mundanales vicios y soberbias destructivas.


   No tardaremos en descubrir si el apacentador es aceptado como árbitro de la contienda o, por el contrario, los núcleos de ese poder encubierto en una curia coaccionada y atemorizada por las ovejas negras que se han denunciado, intentan tomar posiciones de ventaja ahora que pueden ver peligrar los proyectos de sus codicias al descubierto.


   Más que una solemne elección papal, parece que nos encontramos con un desagravio a los males que acucian a la Iglesia Universal, con creciente pérdida de credibilidad por el aventamiento de los trapos sucios que internamente la aquejan. Muy seguramente, algunos de los generales que comandan esta batalla de intereses conflictivos, puedan pensar que se ha otorgado responsabilidades mayores a un suboficial llegado por la coyuntura y no por la convicción de una estrategia de evangelización acorde con la voluntad de la curia. El voto de este cónclave estaba supeditado a constituir una presa que contuviera las aguas revueltas.


   Es de prever que no tarden en parecer las grietas en ese muro de contención papal, y no por la debilidad de un jesuita consciente de la dura tarea que se le ha encomendado, sino por la incontenible presión que no pudo soportar Josep Ratzinger y que podría llevarse por delante a la misma Iglesia con la amenaza de un cisma.

Arbitraje del Papa Francisco sobre el poder enfrentado en el Vaticano


   Después de la elección del Papa Francisco, se puede deducir  que Ratzinger estaba influyendo en la curia al denunciar las luchas intestinas ya demasiado evidentes en el Vaticano. Su influencia revelando los recelos y los distintos intereses pugnando desde centros de poder confrontados, ha sido decisiva para la elección de un pontífice que ejercerá un arbitraje necesario en lo que pretenderá ser una  profunda remodelación de la Iglesia.


   Estando en liza la credibilidad de una Iglesia seriamente cuestionada por los numerosos escándalos que afloran más allá del designio de lo espiritual, la elección de Jorge Mario Bergoglio, el único jesuita nombrado Papa, es una declaración de intenciones que pretende paliar los daños provocados a la imagen del Vaticano. Es significativo que sea  un hombre que no pertenece a esos centros de poder, figurando por sí mismo con la impronta jesuita reconocible por su celo crítico y disciplinar tan necesarios hoy en día.


   Parece que ha prevalecido un consenso que busca salvaguardar los preceptos de una religión que representa a mil millones de fieles, que el abierto pulso agotador que terminó con las resistencias de Benedicto XVI en el hartazgo de esa visceralidad encubierta, completamente enraizada por ambiciones económicas y de influencia harto embarazosas con la fe en crisis y los sacerdotes en entredicho.


   Un nombramiento sorpresa que pretende una transición, un remanso de paz después de los conflictos internos; una imagen de un Santo Padre acorde a lo que se espera de una devoción católica ante seguidores leales a quienes el ejemplo espiritual les obliga a restablecer sus creencias en la Iglesia humana como reflejo de la voluntad divina.


   Un jesuita como árbitro de contiendas es un lenitivo para el perjuicio causado por las ambiciones desatadas en Roma. Una elección que significa un brazo a torcer por parte de quienes lidiaban intereses, al menos por conseguir el papado. Quizá Ratzinger  previó la encarnizada lucha de poder y dando la voz de alarma pública mitigó los protagonismos al descubierto que hubieran sido demasiado reveladores de las rencillas existentes en el Estado de la Ciudad del Vaticano.


   Pese al nuevo nombramiento, es de sospechar que las espadas siguen en alto. En el cónclave no se vota por simpatías y son consideradas las estrategias para tomar rumbos marcados por el carácter de un nuevo Papa, siempre afín en antecedentes a la obra apostólica que después desempeña en el mundo. A Bergoglio le han elegido los mismos que conspiraban cuando estaba todavía Benedicto XVI. Cambia el Papa, pero no la situación denunciada por Ratzinger.


    Los Jesuitas estaban en horas bajas siendo una orden con poca influencia en lo que se había considerado un inevitable declive. Cabría preguntarse por qué se ha elegido  Papa por primera vez en la Historia  a un jesuita, cuando los grandes centros de poder vaticano están a la gresca más públicamente que nunca.


   El Papa Francisco es la elección de una paz aparente y un apostolado dirigido al 40% de católicos de la América latina. Mientras el nuevo pontífice se organiza,  seguramente los conflictos sigan existiendo por no perder terreno con lo ganado. El nuevo Papa se supone que habrá de poner orden pero es previsible que encuentre más fidelidad en el mundo que dentro de los muros de la Basílica de San Pedro. El Vaticano, pese a las apariencias de orden convenido, está desbocado.

miércoles, 13 de marzo de 2013

¿En qué país repulsivo han convertido, definitivamente, esta España nuestra?


http://www.telecinco.es/elprogramadeanarosa/secciones/testimonios/isabel-veniamos-a-que-escucharan-a-los-ninos-y-se-los-han-llevado_0_1570800206.html
   
   Isabel Monrós, una madre de Moncada, asiste desesperada a la pesadilla de una inhumana justicia que le puede separar  de sus hijos trasladados a Mexico, sin que exista ninguna garantía jurídica de poder volverlos a ver.

   Un juez le quita a una madre los hijos que tenía en custodia... ¿Cuánto cobra un indeseable por cometer semejante atrocidad?         
   ¿Unos niños entregados a un maltratador con influencias? La ley se compra con la indecencia.

Estamos locos, somos idos sin entrañas. Puro surrealismo lo que la injusticia implica en un país que parece ganarse a pulso las tragedias por la clase política, financiera y judicial que destrozan la vida de sus ciudadanos. Avisados estábamos cuando se permitió el saqueo de un patrimonio legal y la posterior indefensión. La canallesca expropiación de Rumasa fue la piedra angular del despotismo con que ahora desintegran la vida de los ciudadanos.

   Advertidos éramos cuando dejamos que masacrasen a bombazos a 192 personas y seguimos mirando a otro lado como si nada sucediera, dejando que los autores intelectuales engañaran desde los atriles, escondidos a la luz pública. Somos de usar y tirar, manipulados, explotados, subyugados y se aseguran de que pensemos que aún vivimos en libertad. Una mierda.

    Antes la Justicia estaba para proteger y ahora hay jueces que se han convertido en enemigos públicos amparados por la Ley. Un país de inmundicias políticas, financieras y judiciales que han convertido a cualquier ciudadano íntegro durante treinta años, en sospechoso y proclive a cometer distraidamente un crimen, con el recorte nauseabundo de libertades que ni siquiera se dio en tiempos franquistas.

    Da asco tanta piltrafa con apariencia honorable. Repugnante esta sociedad que permite tan terribles crímenes con las Fuerzas del Orden-comprendo que cumplen con un deber que convierte la sociedad en miserable, no a ellos-, actuando como viles matones separando unos hijos de su madre natural. Acaso rumien después en conciencia el acto execrable. Todo un conflicto visceral de vomitivas consecuencias en el que los débiles son atropellados, en tanto los responsables de estas brutalidades que nos definen como bestias sin entrañas, viven a costa del delito impune o supervisan nubes.

   Existen grandes jueces en España, otros son misérrimas representaciones de una retorcida concepción de incoherente dictado judicial. Nuestras Fuerzas del Orden son excepcionales pero son usadas por gentuzas sin escrúpulos desde los despachos políticos.

   Esta es la sociedad que un día reventará ante tamañas crueldades y estallará ante la cara de los que las provocaron. Al estilo de Islandia o al estilo español, por naturaleza más furioso. Pura vergüenza ajena ante togados inhumanos y defensores de la Ley actuando como represores de conductas humanamente loables.

Da asco esta España nuestra y no hay piedad con las víctimas. No debería haberla para los verdugos.

martes, 12 de marzo de 2013

Joaquin Yvancos: La famosa estrategia de crear confusión, siendo culpable


 Miente sin escrúpulos Joaquin Yvancos cuando declara que 
D. José María padece demencia senil. No pocos hemos sido testigos de largas conversaciones de banca, empresa, estrategia empresarial y planificación con el fin de buscar respuestas al drama de los Inversores, estando el abogado presente en esas reuniones.

No es extraño que manifieste falacias cuando con ello pretende evitar las penas carcelarias que dice haber asumido por la consciencia de sus actos. Mentir en público sale a cuenta.

Lo hemos visto en muchas ocasiones: Las mayores criminalidades se encubren tras el engaño público. Históricamente no solo era importante consumar el crimen en muchos momentos de esta dinámica humana de constantes conspiraciones; era aun más importante solapar la tropelía ante quienes podrían descubrirla y reaccionar con indignación: el pueblo.

Paradójicamente los peores crímenes son los perpetrados desde las altas influencias que se aprovechan de los más desfavorecidos socialmente, los proclives a la manipulación de lo colectivo,  para que venza la codicia de lo singular. Se experimenta ese engaño constantemente en el campo político, económico y social. Pocos se aprovechan de muchos.


El pueblo importa poco salvo cuando se le ensalza por aquello del referéndum universal, cuando se da la coba suficiente para engañar con promesas que se incumplen con la misma facilidad que se mata a los ciudadanos si el interés en juego así lo aconseja. Misterios de la manipulación, el pueblo siempre acaba tragando aquello que le daña y además lo predisponen para ser agradecido. Es esa supeditación genética que conlleva el servilismo ante sus señores. 

Democracia es solo un eufemismo del tiempo de las imposiciones. La forma se modifica para que el fondo prevalezca.

Joaquin Yvancos no es señor ni es servil. Representa al personaje que en tierra de nadie pertenece a la dimensión de lo oculto, del solapamiento ventajoso. Es el personaje que en la escena siempre observa con apariencia de lealtad, en tanto consuma a voluntad sus propios intereses aprovechando la confianza que en él se deposita. Cuida propios negocios al margen de quien le paga. Obtiene la aquiescencia de su señor que lo valora pero en correspondencia el protegido paga, a su vez, con la moneda de la traición, en tanto el oportunismo le aconseje arrancarse la máscara de buen consejero.

El problema de que un buen consejero porte una máscara  estriba en que ni es en esencia bueno y menos un ser confiable en dichos consejos. Quien enmascara intenciones obteniendo la confianza de su señor, obra con criterio de traición siempre. Las circunstancias no cambian bajo ningún concepto la virtud de la lealtad. La verdadera lealtad es agradecida en la confianza esencial del ser que la ejercita; el traidor enmascarado jamás es leal y solo se muestra a sí mismo cuando las circunstancias le favorecen y puede culminar la obra traicionera creada a espaldas de su señor.

Yvancos es el prototipo del conspirador arrimado que espera toda una vida para mostrar el verdadero carácter de su alma envilecida por la codicia, la envidia ensoberbecida, la falsedad de un ser profundamente abismado en las carencias de la más elemental virtud y por el sencillo fin de tamaña vileza que es el interés primero con el que se arrimó a José María Ruiz-Mateos.

En este abogado activo, pese a que amenace una expulsión a falta de recurso, para recoger la siembra oculta que pergeñó durante treinta años de traición simulando el interés verdadero de la desmedida codicia, confluyen esas características históricas que definen a los personajes de traición que siempre los grandes hombres tuvieron que padecer, llegado el momento de la manifestación verdadera de aquellos en quien se confiaba.

Traidores a las causas como a las personas pululan en el orbe de las grandes influencias. Son de una mediocridad excelsamente convenida con las malignidades más impunes. Reptan como esas serpientes del mal que necesitan acercarse a las víctimas para morderlas a traición, allá en el espacio intimista en que los allegan sin imaginar nadie el afilado colmillo que espera certero inocular su veneno. Yvancos no repta, pero su manera de arrastrarse humanamente habla de su condición pérfida, interesada, traidora y subyacente que explica muchos oscurantismos que hoy prevalecen como si fueran parte de un guión que el abogado conoce a la perfección porque parece haberlo escrito él mismo durante décadas.


Joaquin Yvancos es un experto orquestador de la falacia.  Sabedor de los entresijos que denuncia no hay que olvidar la absoluta libertad como asesor legal que desempeño con la implícita confianza que depositó en él José María Ruiz-Mateos. Confianza de mayor calado que resultó cuando el empresario dio por cumplido su papel para traspasar responsabilidades administrativas, ya pensando el prohombre que su lucha debía dar paso al descanso del guerrero para contemplar cómo otros valoraban y cuidaban la obra de toda una vida. Yvancos debió ver la gran oportunidad más fácilmente manipulable con el "buen consejo".

No existe la casualidad y es sospechosamente parecida la trampa pergeñada en una y otra ocasión contra Ruiz-Mateos. Lo de acompañarle para firmar una autoinculpación fue deleznable. La capacidad de sacrificio de un padre puede ser aprovechada de manera indecente y execrable. Los periódicos dispuestos a propalar la firma, son una "casualidad" que explica la intención del acta notarial firmada mediante engaño.

Todo vale en interés de lo propio. De ahí que el pueblo sea de nuevo manipulado con una trampa de la que no es ajena el lenguaraz Joaquin Yvancos, el primer sospechoso de todo lo que acontece y que conoce bien la estrategia de moverse mucho en los medios de comunicación para que nadie pueda marcarle como diana.

Hasta ahora la indefensión de la víctima era la fuerza para mantener una ofensiva basada en las mentiras de veintisiete años ante su Jefe, pero la mejor defensa de Ruiz-Mateos es su trabajo en busca de satisfacer la confianza de los inversores y mirar por los cuidados de sus trabajadores. 

Tras la máscara de Joaquin Yvancos está la clave de ese interés desmadejado por crear ruido, agobiar, batir múltiples factores para que resulte el jugo de la mentira y servirla al ávido público que desconoce el veneno que se está ofreciendo.

No existe más dignidad que las verdades al descubierto, aunque se las guarde aquél que jamás las usaría para defenderse: un Joaquin Yvancos, representativo personaje de las traiciones históricas, que usa al pueblo para conseguir su particular avaricia. Es lo que tiene no haber sido señor ni servil, tampoco consejero de confianza ni persona honrada según me dicen tantos. Ni logros honestos, ni lealtades ejemplares. Yvancos a solas con su conciencia, eso es lo más triste que arrastra, no es nadie. Judas se ahorcó.