Después
de tanta lucha durante décadas, con la infamia permanente, la injuria y
la calumnia contra mi identidad personal y empresarial,
renuncio a resistirme contra tanta maldad.
Después
de los engaños, las traiciones y la persecución continuada por parte de
una Justicia que jamás se dignó a investigar las viles trampas de las
que fui víctima, quedo agotado de buena voluntad, de fe en la Justicia,
harto de ataques permanentes. Pido mi ingreso en prisión de manera
voluntaria para reivindicar mi inocencia pese lo retorcido de las
situaciones y denunciar sin libertad las muchas mentiras con las que
siempre fui vilipendiado, maldito y acosado hasta el más brutal derribo.
Consciente
de mi cansancio por la edad y el desgaste del alma, mi resistencia se
ha roto para regocijo de los que no pararon hasta conseguirlo. No puedo
más.
Aparte
de los grandes problemas y batallas de mi vida, me siento orgulloso de
mi obra empresarial y financiera que tan mala no pudo ser si se
repartieron mis 23 bancos entre los grandes de la Banca de entonces y se
especuló con mi patrimonio expoliado de una manera canallesca,
lucrativa e
impune. Cualquiera de mis sociedades expoliadas, robadas, saqueadas
hubiera resuelto la situación actual de drama y tristeza.
Me
siento orgulloso de haber donado miles de millones de euros a la
Iglesia y a cuantas personas necesitadas tuve el privilegio de apoyar
toda mi vida. Me siento muy satisfecho de haber creado y mantenido
muchísimas decenas de miles de trabajos de personas que me acompañaron
en mi labor profesional y a las que estoy profundamente agradecido.
Sigo
en mi empeño de responder por cuantos confiaron en mi persona y
sacrificios y pido a Dios fuerzas , incluso en prisión, para cumplir mi
inexcusable compromiso de dignidad.
Desde este momento no haré ninguna declaración porque las buenas intenciones se convierten en ofensivas y vejaciones.
Con
respecto a los Inversores, mi fuerza diaria para mantener la convicción
de mis responsabilidades, consciente del drama que se vive día a día,
pueden tener la absoluta certeza de que COBRARÁN.
José María Ruiz-Mateos
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