Ruiz-Mateos intentó que no se celebrasen los juicios de Nueva Rumasa, pagando
Hoy hablamos de Historia, la que se entierra desvirtuada junto a sus heroicos protagonistas como lo fue José María Ruiz-Mateos. La conciencia equilibrada hasta los últimos años de su vida, consciente de las circunstancias adversas provocadas por la quiebra de Nueva Rumasa, aún más consciente de las adversidades derivadas de una emisión de pagarés por la que dio la cara ignorando las verdaderas cuentas, el balance deficitario del Grupo. Es pública la cesión de su herencia empresarial al saber que padecía Parkinson, y que las decisiones tomadas desde entonces fueron erróneas al recibir José María Ruiz-Mateos información errática sobre el funcionamiento de las empresas. Sin embargo, no es conocimiento de la opinión pública que batalló con el empeño de pagar a los Inversores e incluso negociar una salida judicial que habría satisfecho las deudas contraídas. Trabajó disciplinada y esforzadamente para que los juicios de Nueva Rumasa no se celebrasen con el pago cumplimentado de los cientos de millones adeudados, pues no le bastó a los juzgados el embargo de propiedades que, a pesar de las prisas y emergencias por intervenirlas hace más de una década, en ningún momento han ayudado a los damnificados por la quiebra.
El empresario y financiero expoliado por el PSOE, siendo exculpado de toda imputación en 1997, dictando el Tribunal Supremo dos autos en 1999 por el que le tendría que haber devuelto su patrimonio a falta de una consolidación de balances que jamás se produjo, jugó todas las bazas posibles con una factible gestión de los justiprecios o retasaciones de la antigua Rumasa-solo la finca de la Almoraima, con un valor de 500 milones de euros, lo habría resuelto todo-, pero también inició un proyecto financiero y jurídico con un lobby patrimonial de capital suizo, alemán y canadiense supervisado en sus trámites legales por el jurista Antonio García Trevijano. Fui testigo activo de las arduas negociaciones para llevar a cabo, a priori, una Trading Count que necesitó de numerosas firmas del empresario con el fin de pagar a los perjudicados por la emisión de pagarés, cuya investigación de la UDEF concluyó que no era Ruiz-Mateos responsable de la problemática generada con origen en el cierre del grifo crediticio por parte del Banco de Santander. Después evolucionó el proyecto a una cesión de los derechos de litigio que se trasladaron fuera de España para planificar una solución legalizada.
Aquel lobby mantuvo comunicaciones a diario con el empresario y mandó a su representante para llevar a cabo todas las gestiones y trámites que desembocaron en la posibilidad de ceder aquellos derechos de litigio de la Rumasa delictivamente expropiada-pero compradas todas las voluntades de la banca, judicatura, medios de comunicación, administraciones y política-con el fin primero y último de pagar a los Inversores. El proyecto tenía nombres propios y corporaciones: Plurima… Westva…, el doctor Hans Hoachim Vo…, Jay Rad…, Carmen Te…, todo sea que un día escriba sin puntos suspensivos, fueron los actores periódicos con los que se trató en una carrera a contrarreloj y a la vez de resistencia para culminar los complejos trabajos que anunciaran el pago a los tenedores de pagarés. Por no mencionar, investigando otras vías resolutivas, las reuniones con la mano derecha de Ángel Ron, presidente del extinto Banco Popular y con otros directivos de la banca, con los que se celebraron reuniones de alto nivel para intentar conseguir cientos de milones de euros que en otros tiempos se pagaron para obras de caridad y financiación de las obras de la Iglesia. Todo el empeño por no morir sin haber pagado las deudas que él no contrajo pero de las que se responsabilizó, manteniéndose con vida pese al infierno circunstancial, público y privado, para satisfacer los importes invertidos al confiar en la garantía de su imagen personal, usada para captar los fondos sin saber él sobre un verdadero estado del Grupo.
Tiempo después de su fallecimiento debería la Justicia cumplir su cometido de indemnizar a los Inversores, incluso a los representados en piezas separadas del previsible macrojuicio que está por celebrar. Estos juicios no serían necesarios si los que apremiaron con exigencias para llevarse consigo decenas de documentos firmados por Ruiz-Mateos, hubiesen cumplido con la parte que les correspondía para resolver el drama por el que tanto luchó a las puertas de la muerte. Quede así constancia de sus sacrificios incluso cuando le fallaban fuerzas vitales y el impresentable, canallesco, incumplimiento del lobby patrimonial que abandonó al empresario y a los Inversores apropiándose de numerosos documentos perdidos en el tiempo. El empresario hizo todo lo posible para que no se celebrasen los juicios de Nueva Rumasa de la mejor forma que sabía y que hubiese conseguido en otras condiciones de salud: pagando.
Valientes canallas emergen, vendidos por cuatro perras de traición, arremeten contra su memoria cuando el titán que fue toda su vida no puede defenderse; él que cumplimentó todo un trabajo de ingeniería jurídica y financiera para pagar a los damnificados de los pagarés, siendo otros los que no cumplieron y otros tantos, desde las sombrías obras de la hipocresía-quien pueda entender que entienda-, quienes porfiaron para que muriese sin ver su sueño de Justicia: pagar y dejar al descubierto la descomunal corrupción generalizada que hoy arrasa a toda España y sus perseguidos, como lo fue él, ciudadanos. Descanse en Paz, lejos de la escoria de lo terreno y haga la Justicia su trabajo que él habría evitado pagando. En algún lugar se premiará a las víctimas de esta farsa de hoy llamada España, su amada España.
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