Ayer tuve el
privilegio de asistir a una entrevista con dos grandes de la Historia de la
España contemporánea: D. José María Ruiz-Mateos y D. Antonio García Trevijano
que es, además, vecino de la misma calle Alondra en Somosaguas.
Las horas han sido una delicia de intelectualidad y excelente sentido del humor con este afamado abogado y escritor innovador del pensamiento político, absolutamente genuino en su pensar y sentir como hombre de convicciones arraigadas en una conciencia versátil y dotado de la noble actitud racional sin prescindir de las emociones que porta en un espíritu, como tuve oportunidad de comprobar, aleccionador e irreductible.
El Sr. García Trevijano es republicano y ateo siendo D. José María un admirador de la Reina y providencialista portentoso cuya obra sugiere, con fe práctica, la fenomenología del ingenio sin par que desarrolló durante su vida en las finanzas y la gran empresa; un gran contraste en las formas que no es óbice para representar una afinidad de caracteres muy dignos en el fondo. Así los tres, hemos podido departir muy intensamente y le he regalado mi libro de La afilada navaja de Ockham II. Usar el sentido común ante la evidencia criminal a D. Antonio, después de complacerme en la excelencia de su retórica fruto del carisma de su constante innovación de pensamiento, allá donde otros no se atreven o no pueden llegar.
Un hombre honesto que es capaz de proclamar sin sectarismos que es el único republicano que admite que la Guerra Civil española fue causada por la República. Un científico de la política que critica la aberración, impulsada por la estafa socialista, de la unificación de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial que hicieron posible la acción delicuescente contra el Holding de Rumasa y que perdura con la indefensión por dilatación en el tiempo de la decisión de la Justicia. Críticas así de expuestas en un país cuajado de cinismo y ocultamiento, prueban fehacientemente que las ideologías son compatibles con la integridad personal.
Genuina e interesante ha sido la disertación sobre su implicación en las conversaciones con D. Juan, padre del rey Juan Carlos I, acerca de los derechos legítimos de sucesión impuestos por Franco. O la valentía de sus actitudes firmes con la anécdota de cuando se quedó sentado en un restaurante con todo el mundo puesto en pie y aplaudiendo la entrada de D. Juan Carlos, rendido solemnemente al monarca. El rey se le acercó y le preguntó: ¿No me saludas, amigo Antonio? A lo que él contestó en un tenso silencio con todas las miradas expectantes:”Al amigo siempre, al sucesor jamás”.
D. Antonio
es ante todo un personaje cuya sinceridad ha sido bastión de conciencia en una
España ligera de moral y falaz en sus entrañas más desconocidas y que esconden vergüenzas
poco confesables que desmienten la constitucionalidad y el proceso democrático
de la Transición. Es un profesional conocedor de los personajes que dirigieron delictivamente
la expropiación de Rumasa comandada por Valls Taberner y continuada por el
socialismo felipista que vio la oportunidad de enriquecerse y especular
salvajemente para añadir dividendos a cuentas propias, como así demuestra el
holgado nivel de vida de aquellos ladrones disimulados con la política a base
de golpe de decreto ley.
García
Trevijano es amigo de Ruiz-Mateos por ser conocedor de su honradez y del factor
de traición ajena que siempre ha acompañado a un noble y bienintencionado
luchador que ha sido blanco de la envidia de los mediocres y la codicia de los
poderosos.
Representativo escritor, es un gran
pragmático de la intelectualidad política; un repúblico, hacedor de República,
preparado con la impronta de la instrucción propia de un estadista, dotado de
una memoria prodigiosa y de un discurrir
conformado de transgresión e inconformidad, tan necesarias para el desarrollo
de un discurso propio realmente eficaz.
Protagonista en primera línea de
los entresijos y pormenores políticos y sociales de la España contemporánea, su
versatilidad profesional le ha convertido en uno de los grandes que dedica su
inagotable talento a propalar sus ideas con propios canales de comunicación
como Diario RC y cadenas de radio y televisión.
Me satisfizo-después de mi amplia labor de documentación con cartas y documentos originales de la época-escuchar de su
propia voz la responsabilidad delictiva de Luis Valls Taberner- entonces
Presidente del Banco Popular- siendo el Sr. García Trevijano testigo directo y buen conocedor de la
malignidad de quien guió a una trampa brutal a D. José María para expoliarle su
patrimonio y dejarlo en indefensión. Contaba D. Antonio que en una ocasión le
comentó muy ufano este siniestro personaje que él tenía influencia para nombrar
ministros. Así de oscuro, manipulador e inmoral rasputiniano era este banquero que
dominaba con sus garras especulativas la vida social, política y económica de
los desavisados españoles.
En definitiva, una tarde-noche abracadabrante al
lado de estos gigantes de nuestra Historia. Como les dije en ambiente de
absoluta simpatía: "Dos buenas piezas se han juntado". D. Antonio
sabe de la integridad y honradez del Sr. Ruiz-Mateos y es amigo leal por puro
conocimiento de causa, ya que sabe quiénes y por qué pergeñaron la trampa
continua al empresario y financiero, no siendo tampoco casualidad el cierre del
grifo crediticio del Banco de Santander que originó la terrible problemática de
los Pagarés, aunada a factores internos que escapaban al conocimiento del empresario.
D. José María tiene muchos enemigos
e ignorantes detractores, pero los mejores amigos, los menos, son de una talla
superlativa y sencillamente leal. Lo paradójico es que hay más conciencia moral
en este excepcional hombre que es D. Antonio García Trevijano, ateo declarado, que en otros- capaces de traiciones
tan inicuas como las que ha sufrido el Sr. Ruiz-Mateos toda su existencia-golpeándose
el pecho y acudiendo a misa de diario.
La hipócrita condición de lo español no ha tenido
inconveniente en escudarse también tras los altares y es paradójico que un rebelde
de tan gran dignidad como la de D. Antonio, cuente siempre esas verdades vergonzantes de la
élite codiciosa que tan profunda y desgarradoramente conoció el Señor
Ruiz-Mateos.
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