jueves, 29 de junio de 2023

JUICIOS NUEVA RUMASA XVI- La somera tristeza por Ana Roldán de Toro TV

 


ÑTV ESPAÑA: https://ntvespana.com/28/06/2023/juicios-nueva-rumasa-la-somera-tristeza-por-ana-roldan-de-toro-tv-por-ignacio-fernandez-candela/

La conciencia es un valor prescindible para muchos personajes que deberían usarla a diario como rectores de la conciencia colectiva. La autocrítica en España no es corriente porque hay un orgullo malintencionado propio de los pobres de espíritu que copan los espacios de mayor influencia social. Además de la envidia, nuestro país cultiva la codicia y la vanidad en proporción a la carencia de humildad. Sobre todo la falsedad es un denominador común que dificulta conocer las verdades sobre las que se sustenta la construcción social. La mentira se impone y se asimila sin menor conciencia de los perjuicios que causa. Un sector donde se aprecia esta falsedad es el periodístico con honrosas excepciones como representa por mérito adquirido ÑTV ESPAÑA. Los medios de comunicación prescinden de la conciencia para engrosar las cuentas, primer y único objetivo del escaparate de la ética dizque profesional. El problema es que ante las cámaras parecen dignos en su apariencia siendo la realidad fuera de ellas diametralmente opuesta a lo que aparentan ser. Aparentan honorabilidad y son interesados sin conciencia los que se erigen como directores morales de la sociedad. Un espejismo falaz cuando se les trata en persona.

A mí la mirada pasmada e insustancial de un Xavier frente a la cámara jamás me inspiró confianza, menos cuando me comentan su displicente trato con los damnificados de los pagarés de Nueva Rumasa. Piden dinero para sustentar el chiringuito periodístico y percibiendo las cuotas de asociados luego los dejan en la estacada con trato desabrido, soberbio y endiosado, según me comentan ex amigos de la cadena con pago de cuota mensual. Esos que se lucran de tragedia ajena importando un «horcajo» el servicio público que fingen prestar.

Se puede ser interesado y mostrar una cara amable o interesado y demostrarse como uno es en cuanto se pierde el interés y de paso la elemental educación. Antes el falso fingía cuando ahora no se molesta en ocultar la indecencia personal. Sin vergüenza ni afán por guardar las apariencias, me temo que la plandemia sólo sirvió para desenmascarar la hipocresía que antes se disimulaba por aquello de parecer honesto. Reconozco que se me engañó cuando al hablar con una responsable de comunicaciones en Toro TV, pretextó la muerte de su padre para justificar la incompetencia o el desprecio por los damnificados de los pagarés. Y me engañó porque me solidaricé con su dolor al perder a mi Padre el 29 de marzo del 2020 sin poder velarle y enterrado en soledad. Hablamos de tragedia y resignación así como de consuelo y de humanidad pensando yo que trataba con un ser de impecable trato social, puro espejismo de una realidad deformada. Se llama Ana Roldán y es todo lo informal que cabría esperar, quien se escuda tras la apariencia de formalidad para luego ejercer la más cruel indiferencia por el dolor ajeno.

Intentar comunicarse con alguna cadena que presume ser adalid de las buenas causas es una inmersión en un barrizal de despropósitos e inhumanidad, de intereses específica y unívocamente lucrativos importando muy poco la dignidad de una labor periodística que sólo importa si genera dinero. De hecho, pocos son los medios de comunicación que no se sirven de la fingida ética profesional para ganar dinero a cambio de la especulación informativa, pugnando con feroz competencia económica que se sirve de la tragedia noticiable para llenarse los bolsillos a costa de los ingenuos espectadores.

No debemos engañarnos: la tragedia de la plandemia que asesinó a nuestros padres y a decenas de miles de personas víctimas de la politización del dolor que preconizaba el impune Pablo Iglesias, responsable de la inepcia criminal, no ablandó los corazones de por sí duros ni reconcilió con la conciencia a cuantos parecen carecer de ella. Y no es cuestión de sesgo ideológico siendo característica común de la malicia, de la inquina extendida por la indiferencia del sufrimiento ajeno, la supervivencia de los depredadores que siguen actuando como tal con instintos básicos de codicia rutinaria, importando un bledo el supuesto servicio público con el que falsamente se ganan la vida. A derecha e izquierda pocos se libran de la vergüenza de hocicar en la mierda informativa si eso les ceba; no por interés social o motivación de servicio público, eso es lo de menos por mucho que se presuma de ello.

En realidad, los ciudadanos importan poco a no ser que sea para captarlos y crear audiencia. Salvo honradas excepciones, los que fingen interés por lo justo son mercenarios de la palabra vendida al mejor postor.

Allá por el 2012 observé en primera línea y con indignación contenida el hipócrita papel de los medios de comunicación al sumergirme en la vorágine de la actualidad noticiable que los periodistas olisqueaban rabiosamente, cuando Nueva Rumasa quebró entrampando a miles de Inversores con una emisión deficitaria de pagarés cuya responsabilidad todavía no se ha dirimido a expensas de una Justicia demorada durante más de una década. ¿Para qué tanta prisa?

¿A corto, medio y largo plazo importa de verdad a esos falsos e hipócritas adalides de la Justicia informativa el sufrimiento ajeno? No, usan a las víctimas para multiplicar los efectos de la divulgación careciendo de conciencia y humanidad, negando la reflexión sobre el padecimiento social de los más debilitados por las incontables adversidades de nuestro tiempo.

Siento somera e irónica tristeza por Ana Roldán de Toro TV, captadora de fondos para mantener eso que dicen periodismo independiente, quien se excusó tras la muerte de su padre con el fin taimado de encubrir una reiterada, absurda y vergonzosa informalidad. Para pedir dinero hay que ser mínimamente educado y elementalmente coherente, aunque cueste disimularlo.

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