Ah, señora, cuán oscuras son las
sombras de la apariencia que llamada públicamente a ser hija ejemplar la
realidad te torna en astuta traidora, alejada de las emociones con las que
engañas cuando existen ambiciones que pasan por encima de la vida de un padre.
No contenta con henchirte de
traición perpetua, todavía manipulas la vida de quienes son tus víctimas
engañadas, jugando con la supervivencia de los que esperan un gesto de humanidad
por tu parte que la codicia trastoca con nefandas intenciones. No me engañas
por la vileza de tus liviandades que tan pesado lastre carga en las espaldas de
los inocentes. Llamas telefónicamente con el puñal de la traición para asesinar almas agotadas que necesitan esperanzas reales que tú acuchillas sin piedad,
estando en lontananza cientos de millones de euros. Razón de peso será para aniquilar a
quienes poco te importan. Repulsivo.
Vender a un padre es signo de
malicia que toda una vida no perdona, por mucha que sea la falta de pecunio no
hay tesoro que valga el precio de semejante traición. Aún callaré para acusarte de falsedad que usa al público para encumbrar las avaricias solapadas, en busca
del mejor bocado de un pastel hecho con los ingredientes del sacrificio de un padre
que no merece tus alabanzas ni falsos cariños… acaso artimañas para que confiado reciba
encantado la frialdad de tu puñal en sus cansadas espaldas.
Pero no he de culparte si te
contagias de la baba energúmena de quien rebuzna sus paranoias e invoca la violencia
de la matanza para acabar con sus penas molidas de impotencia, por no salirse con la suya como oportuno
arrimado a la herencia ajena. Fallaron los cálculos, de ahí su rabia.
No hay culpa en la ebria
desorientación si te acompaña un falaz embaucador, experto en el sortilegio de
la manipulación que atrae sobre sí la misma necedad que contagia, ocultando la
verdadera intención de sus sucias, repugnantes componendas que muchos
Inversores sospechan.
Ah, el señor, que ve fantasmas en mí donde no los hay y no
tardará en no reflejarse en el espejo aquel día que amanezca convertido en
vampiro… payaso y vampiro que ofrecerá mejor espectáculo en sus circenses estafas, maestro de la engañifa concitando la atención de la mass media para que el rebuzno parezca un bocinazo a la conciencia plural de la que él, paradójicamente, carece.
Ah, señora, cuánto se ha de
callar para que prevalezca la apariencia de la dignidad que ya muchos sospechan inexistente. No es tu
culpa errar desconcentrada por los gritos perpetuos de esa gárgola en extraño
maridaje que acompaña la soledad. No es tu culpa pero otras tienes.
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