martes, 24 de abril de 2012

La legítima capacidad de reacción de Nueva Rumasa, pese a todo.



 Un comunicado interno se convirtió en un bulo, según los hijos varones, hace tiempo ya, y los medios de comunicación siguen falseando información sobre una tercera Rumasa que es solo una prospección del mercado sin otra orientación que el derecho a revertir una situación sobre la que se ha generado un juicio paralelo como pretexto perfecto para tertulianos ignorantes o traicioneros correveidiles. La realidad es que no existe ninguna nueva Rumasa de mano de José María Ruiz-Mateos y Jiménez de Tejada y tampoco aviesas intenciones de engaño como se pretende hacer creer a la engañada opinión pública. 

El empresario solo mira por los inversores, los trabajadores, los muchos damnificados de una situación que desea revertir dignamente.

En cualquier caso sería legítima una reacción empresarial acorde a las circunstancias actuales. En la continuidad se halla la disposición para resolver problemas cuando de nada sirve el estancamiento  y sólo cabe la posibilidad de la perseverancia. En el caso de Nueva Rumasa así es desde sus antecedentes con la Rumasa expropiada por el felipismo sectario de los años ochenta y así habrá de ser en este siglo XXI con nuevas estrategias donde, si bien los milagros empresariales son arduos no dejan de estar basados en la eficaz gestión pese a los contratiempos por muy definitivos que parezcan ser.

http://www.elmundo.es/elmundo/2001/03/20/espana/985107380.html

De los errores se aprende por la generación de las consecuencias, pero nunca hay que perder la capacidad de reacción si las voluntades son legítimas y correctoras.

José María Ruiz Mateos es el bastión empresarial que durante muchos años gestionó el orden y el concierto de un cometido admirable después delegado sobre los hijos. No se levanta un emporio financiero con mala praxis empresarial- es muy evidente que esos mayúsculos crecimientos no serían posibles sin un ordenamiento cabal y efectivo en la dimensión de las posibilidades mercantilistas-, pero lo cierto es que cuanto más cobra altura un proyecto mercantil, más difícil es conseguir el equilibrio en que  se soporta la solidez de la base que ha de ser proporcional a las miras de altura de la planificación.
Nueva Rumasa se sostenía en las bases plantadas por José María Ruiz Mateos y, con su arbitrio y revisión, fue creciendo instaurándose un excepcional entramado de empresas eficientes y avaladas por un inteligente plan de expansión, nutrido de un acuerdo crediticio con la banca.
Las bases del proyecto se establecían por la óptima gestión de José María Ruiz Mateos que impulsó un plan de excelencia empresarial cuyo objetivo era, una vez dinamizado el conjunto, ceder el timón a los herederos que eran los instruidos entonces en futuras responsabilidades directivas.
Cuanto más crecía el proyecto más debían reforzarse las bases de gestión y las garantías bancarias. Así fue que en el 2004, al delegar responsabilidades absolutas José María Ruiz Mateos sobre sus vástagos-renunciando las hijas en el 2004 a las empresas del holding- se fue debilitando la solidez básica en que se apoyaba el conjunto mercantil, al confiarse la gestión cuyo conocimiento era específicamente inherente al ingenio sin par del patriarca de la familia.
Una cuestión de auténtico desgaste la cesión de la herencia empresarial, porque los hijos bienintencionados en los empeños mercantiles no poseen el sutil ingenio de un talento único que pertenece al verdadero gestor del milagro empresarial, quien después tomó sólo tareas de simbólica representación en la seguridad de haber dejado en buenas manos el barco para realizar una singladura previamente orientada.
El ingenio de José María Ruiz Mateos era la base que sostenía todo el propósito de excelencia empresarial soportado a su vez por el aval bancario. Desaparecida la brillantez gestora, era cuestión de tiempo que lo previsible en el ordenamiento acabara convirtiéndose en un totum revolutum de erráticas gestiones. El peso específico de responsabilidades mayores había que afrontarlo como si se tratara de unas ingentes y delicadas piezas de ingeniería mercantil muy evolucionadas y, con todo el conjunto debilitado, no tardó en llegar la oportunidad de la traición bancaria que bien podría haber soportado todo dando tiempo a reforzarlo. No fue así y por ello ha resultado un desastre del que no pocos interesados  en la zozobra de Nueva Rumasa van a nutrirse especulativamente.
No existe nada malintencionado en la gestión, pero sí unas claras carencias en el desarrollo que surgieron a raíz de que se cambiara la responsabilidad de las directrices. Afrontar las consecuencias es un impulso natural que honra a quienes se responsabilizan de errores, aunque también se derivan consecuencias judiciales que del mismo modo hay que asumir.
Los hijos de José María Ruiz Mateos deben a su padre la nobleza y el ejemplo junto a los multimillonarios beneficios de una herencia que fue acometida, quizá antes de tiempo, para derivarse en unos perjuicios donde el primer exonerado debería ser él, seguido del resto de la familia-como son las hijas- que son las primeras víctimas de estos errores de gestión.

No sería mala ocasión tratar de componer un equipo empresarial de primer orden con antiguos directivos y gente de confianza y el mando retomado por José María Ruiz Mateos, padre. Sólo él está capacitado para revertir situaciones críticas y sus siembras óptimas siempre germinan, al margen de traiciones y ataques frontales a su eficiencia empresarial.
Lo cierto es que muchos perjudicados que confiaron su capital en pagarés a Nueva Rumasa, no hubieran pasado por el trance actual si la banca hubiera dado una lógica oportunidad a la variación de rumbo. Nueva Rumasa no se hundía cuando alguien decidió dejarla a la deriva contra una escollera mediática desastrosa. Nada hubiera sucedido si se hubieran cumplido los contratos bancarios, pero está claro que no se toman decisiones de este calibre si no hay intereses de por medio y seguro que existen cuestiones que a la familia Ruiz Mateos no se han contado.
Lo que sí se explica con meridiana claridad es quién está exento de toda culpabilidad: José María Ruiz Mateos, paradójicamente el más expuesto a sufrir injustamente las consecuencias. 

Es muy fácil el tratamiento de la información a conveniencia y obviar razones de peso para acentuar otras cuestiones sectariamente tratadas. Sucede constantemente, si bien es de esperar de gentuallas proclives a al subjetivo criterio que encubre una repugnante costumbre de falsear los hechos y pasarlos por el tamiz del sensacionalismo. Nada nuevo ni bueno en el horizonte con ese periodismo basura tan extenso y de fauna variada.

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