http://www.elimparcial.es/noticia/147410/Indemnicen-a-las-victimas-de-Grunenthal.html
TRIBUNA 02 de Febrero de 2015
Indemnicen a las víctimas de Grünenthal
02/02/2015@20:12:12 GMT+1
Ignacio Fernández Candela
Escritor-Crítico literario
El viernes 6 de Febrero a las
10 de la mañana, AVITE-Asociación de Víctimas de la Talidomida en
España- ha convocado una manifestación ante el Palacio de la Moncloa
para dar fe resolutiva de la indiferencia y el engaño permanentes a la
que ha sido sometida después de batallar décadas por una merecida
indemnización que los tribunales españoles han negado de modo
singularmente inhumanizado. Digo singularmente porque en otros países se
ha fallado a favor de los afectados por esta aberración, vergüenza de
los anales históricos que aún reverbera con brutal continuidad como
sufrimiento añadido para tantos luchadores por unos derechos evidentes
pero ruinmente negados.
Si un novelista se hubiese procurado azaz inspiración para denunciar, con una trama extremadamente truculenta, las monstruosidades que el ser humano es capaz de perpetrar desde los vacíos del alma-acaso los que sólo pueden ser llenados por los azufres del mismísimo averno- mostrando la capacidad de las malignidades extrapoladas hasta las últimas y más insidiosas consecuencias, su imaginación habría sido parca con la real aportación de los Laboratorios Grünenthal al más asqueante historial científico que demonios sin entrañas hayan sido capaces jamás de experimentar. Ciertamente que la realidad supera a la ficción, máxime cuando la hipócrita condición de la bajeza humana se manifiesta sin escrúpulos durante más de medio siglo.
No obstante los orquestadores de daños de lesa humanidad-así deberían ser juzgados semejantes crímenes- que destrozaron las vidas de cientos de personas, provenían del espectro nazi-según informes contrastados- que siguió con sus campañas de horror, una vez finalizada la II Guerra Mundial, aportando el legado de la repugnancia moral que seres sin entrañas y con batas practicaron protegidos por la industria alemana post belicista.
La Talidomida fue un fármaco nacido de las intenciones experimentales de alimañas que con ligereza moral tomaron a la población en tiempos de paz como cobayas, con la excusa de paliar las náuseas propias del embarazo. Miles de víctimas propiciatorias en el mundo sufrieron el desgarro de la existencia cuando estas bestias sin escrúpulos cometieron la vileza de transformar a los ciudadanos en pruebas humanas, a propósito de investigaciones calibradas desde el prisma de la manipulación genética. Así los campos de concentración se dimensionaron fuera de las alambradas y se expandieron impúnemente en la sociedad pacificada que, sin embargo, siguió sufriendo los embates de criminales de guerra que continuaron sus aberraciones protegidos por una firma farmacéutica de proyección mundial. La barbarie fue inconmensurable.
Los afectados por la Talidomida nacieron con malformaciones proporcionales a la deformidad mental y moral de los creadores de Grünenthal. El proceso de nacimiento de cientos de bebés, careciendo de brazos y piernas, fue extendiéndose por España en tanto la ruindad de los fabricantes procuraba no aceptar responsabilidades derivadas de la aberración científica propiciada por aquellos dementes, libres para llevar a cabo una criminal planificación entre probetas.
Son cincuenta y nueve años ya el tiempo transcurrido de una lucha contra la injusticia más visceral que ha dejado en España la evidencia de la vomitiva hipocresía, practicada desde sucesivos gobiernos, con el agravante de una Justicia que se ha convertido en inicua protagonista de esta tragedia, imbuyendo de más vomitiva escasez moral a las ya de por sí repulsivas intentonas de la farmacéutica del demonio para no responder por sus infernales hazañas de índole genocida.
La evidencia de la corrupción asuela España que, mediante incomprensibles sentencias-paradójica y cínicamente denegados los pagos indemnizatorios por presentarse la demanda fuera de plazo- exculpa a Grünenthal de pagar una indemnización a los afectados de la Talidomida, cuando en Alemania los jueces han decidido a favor de las víctimas allí bien protegidas por la elemental decencia jurídica.
La burla de esas ingentes multitudes que conforman la inmundicia amoral que las Víctimas padecen en este país, está en los dirigentes, en los tribunales, en los impunes locos científicos de una farmacéutica incapaz de asumir las culpas que podrían haber sido causa de quiebra merecida... como podría serlo de boicot.
En el hartazgo de las rotas paciencias acumuladas durante más de medio siglo, las Víctimas se manifiestan con el afán que les compete por ser escuchadas y elevar sus reivindicaciones más allá de la inconsciencia moral de gobernantes sin escrúpulos. Como el que fue Zapatero quien dio a fondo perdido quinientos millones de euros para la construcción de un metro en Saigón. Vergüenzas que no sólo deberían asquear sino que en cualquier país hubiese sido motivo para juzgar a cualquier gobernante que lo destrozara en 7 años. Acaso podría haber hecho algo bueno además de ser el vil causante de muchas vidas arruinadas.
Con estas injusticias tan viscerales, AVITE lleva a Moncloa las cientos de miles de firmas recogidas que claman por una solución inmediata a tan vil calvario provocado por Grünenthal: la industria del terror que huye de sus inexcusables obligaciones morales mientras presume de haber descubierto fármacos efectivos contra el dolor. Inmundo.
Si un novelista se hubiese procurado azaz inspiración para denunciar, con una trama extremadamente truculenta, las monstruosidades que el ser humano es capaz de perpetrar desde los vacíos del alma-acaso los que sólo pueden ser llenados por los azufres del mismísimo averno- mostrando la capacidad de las malignidades extrapoladas hasta las últimas y más insidiosas consecuencias, su imaginación habría sido parca con la real aportación de los Laboratorios Grünenthal al más asqueante historial científico que demonios sin entrañas hayan sido capaces jamás de experimentar. Ciertamente que la realidad supera a la ficción, máxime cuando la hipócrita condición de la bajeza humana se manifiesta sin escrúpulos durante más de medio siglo.
No obstante los orquestadores de daños de lesa humanidad-así deberían ser juzgados semejantes crímenes- que destrozaron las vidas de cientos de personas, provenían del espectro nazi-según informes contrastados- que siguió con sus campañas de horror, una vez finalizada la II Guerra Mundial, aportando el legado de la repugnancia moral que seres sin entrañas y con batas practicaron protegidos por la industria alemana post belicista.
La Talidomida fue un fármaco nacido de las intenciones experimentales de alimañas que con ligereza moral tomaron a la población en tiempos de paz como cobayas, con la excusa de paliar las náuseas propias del embarazo. Miles de víctimas propiciatorias en el mundo sufrieron el desgarro de la existencia cuando estas bestias sin escrúpulos cometieron la vileza de transformar a los ciudadanos en pruebas humanas, a propósito de investigaciones calibradas desde el prisma de la manipulación genética. Así los campos de concentración se dimensionaron fuera de las alambradas y se expandieron impúnemente en la sociedad pacificada que, sin embargo, siguió sufriendo los embates de criminales de guerra que continuaron sus aberraciones protegidos por una firma farmacéutica de proyección mundial. La barbarie fue inconmensurable.
Los afectados por la Talidomida nacieron con malformaciones proporcionales a la deformidad mental y moral de los creadores de Grünenthal. El proceso de nacimiento de cientos de bebés, careciendo de brazos y piernas, fue extendiéndose por España en tanto la ruindad de los fabricantes procuraba no aceptar responsabilidades derivadas de la aberración científica propiciada por aquellos dementes, libres para llevar a cabo una criminal planificación entre probetas.
Son cincuenta y nueve años ya el tiempo transcurrido de una lucha contra la injusticia más visceral que ha dejado en España la evidencia de la vomitiva hipocresía, practicada desde sucesivos gobiernos, con el agravante de una Justicia que se ha convertido en inicua protagonista de esta tragedia, imbuyendo de más vomitiva escasez moral a las ya de por sí repulsivas intentonas de la farmacéutica del demonio para no responder por sus infernales hazañas de índole genocida.
La evidencia de la corrupción asuela España que, mediante incomprensibles sentencias-paradójica y cínicamente denegados los pagos indemnizatorios por presentarse la demanda fuera de plazo- exculpa a Grünenthal de pagar una indemnización a los afectados de la Talidomida, cuando en Alemania los jueces han decidido a favor de las víctimas allí bien protegidas por la elemental decencia jurídica.
La burla de esas ingentes multitudes que conforman la inmundicia amoral que las Víctimas padecen en este país, está en los dirigentes, en los tribunales, en los impunes locos científicos de una farmacéutica incapaz de asumir las culpas que podrían haber sido causa de quiebra merecida... como podría serlo de boicot.
En el hartazgo de las rotas paciencias acumuladas durante más de medio siglo, las Víctimas se manifiestan con el afán que les compete por ser escuchadas y elevar sus reivindicaciones más allá de la inconsciencia moral de gobernantes sin escrúpulos. Como el que fue Zapatero quien dio a fondo perdido quinientos millones de euros para la construcción de un metro en Saigón. Vergüenzas que no sólo deberían asquear sino que en cualquier país hubiese sido motivo para juzgar a cualquier gobernante que lo destrozara en 7 años. Acaso podría haber hecho algo bueno además de ser el vil causante de muchas vidas arruinadas.
Con estas injusticias tan viscerales, AVITE lleva a Moncloa las cientos de miles de firmas recogidas que claman por una solución inmediata a tan vil calvario provocado por Grünenthal: la industria del terror que huye de sus inexcusables obligaciones morales mientras presume de haber descubierto fármacos efectivos contra el dolor. Inmundo.
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