martes, 24 de mayo de 2016

Soy más honrado que Anson y Vila, con creces. Prueba


Soy más honrado que Anson y Vila, con creces. Prueba.
  Puedo dar gracias a Dios por conservar, después de múltiples vicisitudes en mi vida, la capacidad de discernir con limpia conciencia lo que está bien de lo que está mal y obrar con honradez haya o no haya testigos de mis actos. En este mundo todo es muy confuso porque el Diablo sabe disfrazarse de buenismo y piedad para dar el pego. Como los de El Imparcial.es y la Fundación Ortega-Marañón, teatreros de la intelectualidad sin conciencia.

 Es normal que en este país donde tantos aprovechados campan por sus respetos con aires de dignidad, se acostumbren a obrar con deshonestidad  y lo tomen como un modus operandi de proyección personal perdiendo toda orientación sobre cuestiones morales u obligaciones éticas. Porque obligarse uno mismo a ser honrado es la clave para no dejarse llevar por la tendencia de la codicia, la vanidad, la estupidez del engreimiento y la tentación de transformarse en un hipócrita carente de la necesaria autocrítica para vivir con ecuánime criterio de justicia y equilibrio civilizado.

 Estoy seguro de que no estamos aquí por casualidad y de que hay un propósito oculto a la ignorancia humana. La evolución espiritual  es proporcional a los esfuerzos de las personas por aprender de las lecciones de superación. 

  En esta carrera mundanal hay una aparente desventaja en el aprendizaje y la evolución del alma,  porque siempre hay ventajistas que no contemplan ser mejores personas a medida que escalan, de cualquier modo, la montaña de las ambiciones egotistas. Creen ser ganadores pero en la meta de la muerte todos los oportunistas se rasan con el suelo de la tumba que entierra los restos, como si nunca hubiesen existido. Las obras no materiales serán entonces las que contarán para tantos confiados e ignorantes que se creen los reyes de este mundo idiotizado y plagado de participantes por el poder y la influencia que terminan, destino es desde el nacimiento, convertidos en polvo. Al otro lado todo continúa con un modo de existencia que a más de uno le hará crujir los dientes del alma.

 Una especie de bruxismo fantasmal padecerá el infame Joaquín Vila, sin duda, pero tampoco se librará el sabelotodo de Anson.

 Yo soy mucho más honrado que Luis María Anson a tenor de sus vergonzosas actitudes en este caso que denuncio. Siempre lo he sido en este laberíntico transcurrir de la existencia con tanto hipócrita a mi alrededor. Sirva de ejemplo la anécdota sobre la honradez que protagonicé, inexcusablemente, en un comercio de accesorios para motorista de Madrid, llamado Motocard, sito en la calle Bravo Murillo:

   El verano del 2014 mi novia se había marchado a Lanzarote con unas amigas y yo me quedé en Madrid trabajando. Decidí darle una sorpresa yendo a Motocard para comprarle unas botas y unos guantes de primeras marcas. 

 Me acerqué un sábado con la moto aprovechando una estupenda tarde de verano y realicé unas compras por valor de 400 euros. Adquirí dos pares de guantes, unas botas para ella, todo de la marca Alpinestar. Del mismo modo, al no llevar ninguna bolsa donde poder trasladar lo comprado, elegí una mochila Alpinestar con un valor de 90 euros.

  Cuando llegué a mi casa, revisé las adquisiciones y miré la factura. Comprobé que estaba todo correctamente cobrado pero advertí que la mochila de Alpinestar no estaba abonada, seguramente porque debieron pensar que llegué con ella y que era de mi propiedad. Así pues, a la semana siguiente fui a la tienda con mi novia.

-Buenas tardes, el otro día os hice una compra por valor de 400 euros, pero hubo una confusión.

El encargado me escuchó y a medida que iba hablando su cara de estupefacción fue acentuándose hasta convertirse en un rictus de incredulidad. No daba  crédito a lo que estaba viviendo en este mundo con tanto sinvergüenza suelto.

-Por lo visto, al pasar por caja con todos los productos y después de atenderme Lucía, una de las dependientas, debiste pensar que la mochila de Alpinestar era mía cuando, en realidad, la cogí también para poder trasladar en mi moto la compra. Como me tengo por persona honrada y lo soy, vengo a abonarte la mochila de 90 euros que no se me cobró.

 El encargado no disimulaba su sorpresa y procedió a cobrarme la mochila con una deferencia del 20 por ciento de descuento. 

 Triste es que algo tan normal en mi vida tenga que tildarlo de anecdótico. A diferencia de los depredadores, interesados amorales y tramposos, siempre he procurado que mi mano derecha no supiera lo que hace la izquierda. No obro bien porque me vean, sino porque soy honrado. Contarlo hoy es porque viene al caso el agravio comparativo.

 Unos tanto, sencillamente sin más porque es lo honrado, y otros sinvergüenzas tan poco. Ni El Imparcial.es, ni la Fundación Ortega-Marañón, ni ningún aquelarre sectario de oportunistas con esa doblez moral que les apesta, me llegan a la suela del zapato en honra.

  Ahí queda eso para restregar a la jeta de miles: de tan insignes hipócritas aferrados a la estulticia de sus influyentes egos; ridículos como codiciosos intelectuales de postín, moralistas de juego sucio como los trileros; vergüenzas personales y corporativas como ejemplos pútridos de deshonestidad capaces de explotar y abusar del trabajo honrado de los demás. Desperdicios del alma.  Unos tanto y otros tan poco con estos ruines de la avaricia que cuanto más consiguen, más desean prescindiendo de éticas o moralidad de la que otros somos incapaces de carecer.

 Afortunadamente, nunca seré tan simple, insensato, rastrero y falso como millones de ventajistas e ignorantes en este mundo, cuajado de farsantes que jamás aprendieron nada sobre la verdadera integridad personal. Nunca. Esos tramposos ya lo pagarán; ni uno se escapa.

4 comentarios:

Isidoro Ortega Contreras dijo...

Mi querido amigo me ha gustado mucho la historia de la mochila,
y si es muy cierto que en este mundo suelen presentarse momentos de
oportunidades ilícitas como yo las he tenido, y siempre las he desestimado,
hoy no me pesa y soy feliz...
Mi tiempo de empresa ya paso y aunque la experiencia dicen que es lo mejor
consejera, la verdad es que siempre te aconseja tarde.
Te admiro, como admiro a mis dos hijos, pues el camino elegido es el lícito para el progreso y futuro de nuestro País... siempre con la base mas
importante que es la honestidad y honradez. Gracias - Ignacio Fernández Candela. Un abrazo. Isidoro Ortega.

Paqui Díaz R. dijo...


Bien cierto lo que cuentas respecto a que volviste a la tienda donde adquiriste las compras para decir que no te habían cobrado la mochila y volvías para pagar ésta, yo te acompañe y pude ver también la cara del encargado no dando crédito a lo que decías y agradeciéndote infinito tu actitud, te cobró la mochila aplicándo un descuento en deferencia a tu gran gesto de honradez .

Tú eres así, Nacho, y esto que cuentas es solo una de tantas porque son muchas a lo largo del día a día. Nos demuestras a todos tus valores como persona honrada donde las haya. Por todo esto cuesta asimilar la explotación que has sufrido por parte de estas personas de El Imparcial.es, sin que hayas percibido ningún pago por tus 90 artículos que como buen profesional realizaste para su periódico.

Lo que están haciendo estos que te deben una disculpa y un justo y legítimo pago no tiene nombre, ellos sí, son unos explotadores sin decencia y unos ladrones, se han quedado con lo que no es suyo y a ti te pertenece.

Como dices, unos tanto y otros tan poco. Qué sinvergüenzas.

I.F.C. dijo...

Muy agradecido por tus palabras, Isidoro. Aunque no sale a cuenta mundanal ser honrado en este mundo, no me cambio por Anson o tantos hipócritas que he conocido en las más altas esferas conteniendo la respiración para no contagiarme de un endemoniado tufo que todos, sin excepción, inspiran a diario. Nadie es quien parece ser en las cimas y eso explica el porqué de tanta miseria en España.

Me alegro de tu honradez,de tu honestidad y del espíritu evolucionado que parece caracterizarte para poder hablar así de sencillamente íntegro. La admiración es mútua y celebro que como padre te enorgullezcas de tus hijos.

Unos tanto, amigo, y otros tan poco... pero somos de esa intención en el bien que realmente aprovecha como valor de nuestra existencia.

Un abrazo

I.F.C. dijo...

Sí, Paqui, así fue que me acompañaste y vivimos juntos esta sencilla experiencia de honradez que vivo contigo día a día, en cada ocasión, porque somos tal para cual.

Que la gentuza siga viviendo a costa de los demás, Cariño, en esta carrera de egoístas impenitentes, auténticos imbéciles que buscan la influencia con la que serán enterrados; pobres necios.

No estamos por casualidad y tampoco importa. Lo honesto es ser justo en conciencia. Parecerme en oportunismo, en caradura o en indecencia moral como ética a Vila, Anson y compañía de la Ortega-Marañón, sería un insulto a la oportunidad de vivir.

No soy como ellos, afortunadamente.