COMUNICADO DE LA ABADÍA DE MONTSERRAT
Conocido el rastrero sectarismo que se practica en España,
apabullando al respetable con toda clase de mentiras, manipulaciones y estulticias
periodísticas, no es extraño que ayer se publicara que el Sr. Ruiz-Mateos
entregara 600.000 euros al abad de Montserrat. La noticia en sí sería un
acierto si no viniera acompañada de la gratuita lucubración de que el donativo
buscaba abrir cauces empresariales en el cerrado bloque del nacionalismo propio
del catalanismo independentista.
Comentándolo con D. José María se deduce la insidia permanente
contra su voluntad de donar, desde los tiempos de la antigua Rumasa, grandes
cantidades de dinero a congregaciones de la Iglesia y otras organizaciones de
gran importancia en la intervención de obras sociales.
Cada cual da lo que quiere a quien se disponga y no por ello
se reciben críticas acerbas poniendo en duda la intención primera que conllevó
siempre la generosidad de José María Ruiz-Mateos.
Todavía espero que tan diligentes periodistas tengan la vergüenza
de realizar un repaso histórico e investigar la canallada de la expropiación
delictiva de Rumasa. Pedir a gentuza un acto de honradez es, en esta España del
engaño permanente, un requerimiento baladí. Apestan a cinismo.
Sobre el empresario cabe decir que en cuestiones de donación,
su mano derecha no pretendía saber nunca lo que hiciera la izquierda. Desde los
inicios y en agradecimiento al trabajo plural que desempeñó afanosamente
durante toda su trayectoria profesional, siempre regaló donativos millonarios
en proporción a los beneficios que rendían, antes de la delictiva expropiación
de Rumasa, 23 bancos y casi 800 empresas.
Los donativos al abad de Montserrat no pretendieron ninguna
contraprestación, si bien es verdad que conformaban parte de la extensión de
las dádivas otorgadas a la Iglesia por la ubicación de empresas de Nueva
Rumasa. No es cuestión de que se regalara para recibir un trato deferencial,
sino que se dio a Montserrat a raíz del establecimiento de Nueva Rumasa en la
zona, del mismo modo que espontáneamente se entregaban dádivas sin intereses en
otros lugares de España.
Otra falacia es que el dinero que recibiera la Abadía de
Monstserrat procediera del dinero de los Inversores.
Detrás de estos continuados ataques se encuentran parásitos
que estuvieron muy bien pagados por su Señor, hasta que llegaron los momentos
de la traición que tantos dividendos rinden abasteciéndose de patrañas para
cubrirse de la gloria efímera de los medios. Paradójico que tales parásitos se
nutran denunciando presuntas irregularidades cuando los delincuentes son ellos.
No es extraño que hasta los catetos vayan de ilustrados con ofertas editoriales
oportunistas.
Cosas teneres (distorsionado, veredes), que decía el rey al Cid en el Romancero del Cid que no, equívocamente referenciado, Quijote a Sancho. No haya confusión. Zotes y galeotes
se las prometen muy felices al asalto de las perras de la traición. No importa
que sigan sembrando la miseria de sus propósitos, porque lo importante es el
trabajo que se lleva a cabo para solucionar los problemas y enmudecer a tantos
asnos que de lealtad no tenían ni carácter canino. Los perros ennoblecen
moviendo el rabo lo que otros envilecen clavando los colmillos del
resentimiento. Las bestias son así de desagradecidas. Todo un zoológico de
hienas inmundas acecha y se anuncian con intenciones despreciables.
600.000 euros es una pequeña parte de lo donado desde siempre
por D. José María… una ínfima parte de lo que le robaron desde un Estado
delictivo, el mismo Estado de la corrupción que lo saqueó y que pretendió
cobrar fiscalmente lo que jamás devolvió una jauría nauseabunda de próceres de
la patria, multimillonarios delincuentes tras el pretexto político; acaso esa impunidad fue la génesis de una matanza sin autores intelectuales desconocidos por obra y desgracia de una Justicia opaca y convenida... la misma que permitió un vergonzante expolio el 23 de Febrero de 1983 y posterior indefensión jurídica de la víctima.
Así está este país de adoradores de diablos con carné político que se
han lucrado de la sangre de los españoles de continuo y aún siguen impunes de
los crímenes que no pagaron.
Un país de dementes, cuando no de raza de víboras. Eso que
llaman periodismo brilló por su ausencia cuando la expropiación de Rumasa. Se
ve el plumero de estas rémoras de la manipulación. Habría que ver a qué tiburones socio-políticos y económicos, financieros y hasta jurídicos
limpian los desperdicios morales.