Ante el aluvión de correos recibidos y por la imposibilidad de responder a todos, doy respuesta a una Inversora que en sus líneas representa el desasosiego, la desesperanza y la angustia de una espera de tantas personas por las que hemos luchado. Sirva esta respuesta personal para convertirla en pública acerca de la realidad sobre el trabajo realizado este tiempo.
"Hola D. Ignacio,
Soy
la hija de un inversor en pagarés. Verá, me siento un poco culpable por
haber animado a mi padre a invertir y menos mal que tampoco es mucho
dinero en comparación con otros inversores, por lo que no demandamos
judicialmente ya que los abogados no eran precisamente baratos.
Llevo mucho tiempo leyendo su blog y tengo
confianza en lo que dice, sin embargo de repente me he preguntado por
qué debemos creerle. No quiero que me malinterprete pensando que le
estoy llamando mentiroso, no, ni mucho menos, solo que no percibo avance
alguno entre el último artículo publicado y el de hace un año, por
ejemplo.G."
Respuesta al correo de la Inversora
Buenas tardes, Dª G.:
Su interrogante es todo lo coherente que se puede esperar de alguien que ha tenido a bien creer en mis francas intenciones este tiempo en que me he dirigido con rectitud, dignidad y honradez con empeños de Justicia verdadera y en defensa de una gran persona que me precio y privilegio de conocer bien: José María Ruiz-Mateos. Por encima de toda confusión vivo a su lado, sin cobro alguno, este batallar permanente por cumplir con su compromiso de pagar a todos Ustedes.
Ruego que me disculpe la defensa que haga de mi persona para poder explicar el porqué de mi trabajo este tiempo.
Mi aparición en toda esta trama fue lo fortuita o destinada que se quiera entender. Lo cierto es que yo admiraba a D. José María por su nobleza a la hora de defenderse de tanta malignidad y en nuestro encuentro hubo una conexión personal extraordinaria. Él me propuso esta cruzada a su lado para conseguir pagar a los Inversores que se amplió a una defensa cerrada de su persona injustamente tratada y terminó remontándose a la execrable expropiación delictiva de Rumasa; una cuenta pendiente de dignidad en un país maravilloso repleto de ladrones, mangantes y criminales protegidos por una Justicia politizada.
Al principio me entrevisté con todas las personas allegadas al Sr. Ruiz-Mateos que fueron declinando la invitación de trabajar por una misión que merecía el empresario en beneficio de todos los Inversores.
A medida que fui conociendo el elenco de personajes que estuvieron arrimados a D. José María en tiempos boyantes, entre ellos casi una decena de abogados, pronto advertí que poca ayuda obtendría de la nula voluntad de cuantos podrían haber integrado un equipo compacto de labor conjunta. Cada uno de los solicitados fue desapareciendo y dejaron patente la ínfima capacidad de agradecimiento, abandonando en la estacada a quien los mantuvo durante décadas con remuneraciones millonarias fruto de la brillante gestión del Grupo cuando permanecía bajo la dirección de mi representado.
Afortunadamente, más tarde fui contactando con otros profesionales que no tenían nada que ver con el el pasado del empresario, aunque en los inicios estuvimos completamente solos y obstaculizados por egoístas ambiciones que tuvimos que sortear y que aún hay que soportar.
Soy muy consciente de que mi labor parece abstraerse en un camino fantasmal donde me flotan los pasos hacia un horizonte imposible al que me encamino víctima de la estupidez, de la demencia, de la inconsistente ingenuidad o, peor aún, desempeñando un engaño con el fin de prolongar un baldío sufrimiento en pos de esperanzas que ni yo mismo reconozco en la situación tan compleja que afronto periódicamente.
Sin embargo, creo que mis palabras pueden traslucir la honradez a ultranza que definen mis actitudes en toda mi vida y que procuro reflejar fehacientemente con el instrumento de la escritura. No encuentro otro modo de dar a entender la cristalinidad de mis intenciones y el reflejo de mi interior que procuro siempre acorde a los valores que deseo en permanencia conmigo pese a la dureza del camino.
Antes de conocer a D. José María, puedo decir que mi espíritu ya estaba fraguado en duras forjas y sea por ello quizá, el poseer aguante suficiente para no sucumbir en esta lucha contra tantas malignidades con el fin de encontrar soluciones a un inmenso drama humano junto al empresario.
A la rectitud y honradez a ultranza he de sumar el quehacer inteligente, el sacrificio en la perseverancia, la capacidad de gestión en una situación al límite y la consciencia de la importancia de lo que está en juego para no desfallecer ante la presión y la intimidación constantes al estar en un fuego cruzado de codicias enfrentadas.
Si sólo fuera trabajar para conseguir un propósito del más alto nivel, nada más al alcance de un genial empresario y financiero como es D. José María, ya el tiempo habría respondido eficazmente sin obstáculos, pero no fue posible la prontitud por esa amalgama de males que han procurado todos cuantos han mirado por sí mismos y sus ambiciones desmedidas, importando muy poco resolver el sufrimiento de miles de personas.
Mi credibilidad es un continuar a contracorriente ninguneado, boicoteado pública y privadamente, trampeado, difamado, traicionado, vilipendiado, asolado, despreciado y amenazado constantemente.Afortunadamente, gracias a Dios, tiendo a crecerme ante las dificultades. Sólo puedo aportar de mí lo limpio ante lo rastrero, lo desinteresado frente a las codicias múltiples, la sencillez frente a la demoníaca dificultad de intereses ocultos que sacan provecho del sufrimiento ajeno.
Trabajando muy duramente al lado de D. José María, involuntariamente he podido ver lo que unos y otros esconden tras la apariencia y me he convertido en un molesto testigo íntegro que no se vende ni le compran con las mismas monedas de la traición que tantos recibieron para abandonar a un hombre que, sin ser responsable de los problemas que desea resolver con toda su alma, pretenden dar por acabado para que alimañas se salgan con la suya y en las confrontaciones varias saquen el rédito que buscan , aprovechando una tragedia que poco les incumbe salvo para llenarse todo lo posible los bolsillos.
Mi credibilidad pasa por la manifestación objetiva de una labor muy seria que entraña mucha complejidad y obstáculos que se han salvado permanentemente para conseguir una meta de salvación para todos los Inversores. Proyectos con gran solidez que la necedad y la ambición de los ajenos han pretendido dinamitar pero que han seguido un cauce profesional sin fisuras, a pesar de las muchas demoras que han irrumpido de manera inopinada y continua.
En la convicción de mis palabras está implícita la funcionalidad de todo lo duramente trabajado este tiempo al margen de conflictos, procurando el alejamiento de aquellos que están inmundamente disfrazados de benignidad, siendo lobos de caninos afilados que se presentan ante la opinión pública como dóciles corderos.
Sé que lo tengo todo en contra porque estoy solo al lado de un hombre a quien admiro por puro conocimiento de causa, frente a periodistas engañados o malintencionados, ante una cohorte de intrigantes que manipulan por la espalda las realidades y las brindan, a cambio de dinero, como ciertas. Resentidos que sólo buscan propios beneficios que no dudan en ponerme en la línea de fuego para que tome partido en un laberinto de enfrentamientos que sólo alejan las soluciones que hemos buscado sin descanso.
He procurado con toda coherencia mantener una fe práctica siendo testigo y hacedor de gestiones profesionales con el fin de culminar con éxito una empresa de una dificultad extrema y sin alicientes, un calvario donde sólo la firmeza en la honradez y la fe en que todo sacrificio obtiene recompensa me ha hecho caminar hacia un horizonte de expectativas reales que, además, han sido protegidas en el difícil equilibrio de dar a entender que hay soluciones pero considerando el país del que se trata éste donde hallar salidas.
Comprendo que todo lo llevo en contra pero me dicta el designio de una conciencia que busca mitigar el dolor de mis semejantes que jamás me ha sido ajeno y por la defensa de un hombre desconocido al que la confusión, la envidia, la malignidad y el oscurantismo de sus enemigos han convertido en una imagen pública muy alejada de la realidad.
Sólo puedo dar de mí lo que soy y sé que es muy poco en comparación con esas deslumbrantes grandezas de tan poderosos enemigos declarados que representan la falacia, siendo yo sólo un humilde luchador por lo que creo y a ello me entrego.
Anteayer le decía a D. José María, indignado yo por el artículo de Juan Luis Galiacho, que había que desmentir todas las falacias de ese correveidile; él me respondió que no había necesidad. "Si la gente cree en lo que quiere creer por afinidad o aversión, seguirá creyendo por mucho que intentes desmentir" argumentó, resignado conocedor de cómo funciona la trampa de lo manipulado.
Gran razón de una persona cuyo pecado fue ser un genio de la empresa y la finanza y confiar en el demonio que en su momento le habló de Dios para llevarle a una trampa sectaria, en que todos los maleantes de este país se repartieron su patrimonio con el beneplácito corrupto de una Justicia que además lo dejó en absoluta indefensión.
Mi credibilidad es mi sacrificio de todo este tiempo contra toda adversidad. Más no puedo dar de mí salvo mi certeza de haber hecho lo que debía hacer. Sigo pensando que toda siembra ha de conllevar la recogida de una cosecha. Así lo espero, consciente de que nadie cree en mí.
Atentamente
Ignacio