domingo, 24 de noviembre de 2013

Justicia: El respeto se gana con hechos





Declaraciones del Ministro de Justicia sobre la injusticia de la animadversión ante las execrables actuaciones de algunos jueces y magistrados.

Las declaraciones de Ruiz Gallardón son la evidencia de que la Justicia está modelada con sectarismo, oscurantismo, favoritismo en intereses particulares y tratos que aplastan el Estado de Derecho y la presunción de la democracia que durante treinta años los politicastros han aprovechado para esquilmar a la ciudadanía.

Si a un arquitecto se le derrumba una casa pierde la condición de buen profesional que se espera de su preparación.¿Por qué no sucede lo mismo con quienes dictan sentencias descaradamente desintegradoras y afines a intereses propios de estafas legalizadas?Ingenua pregunta observando el carácter pútrido de los partidos políticos.

Politizar la Justicia fue el paso primordial abordado desde el felipismo que por conveniencias, unos y otros, han adoptado como normalización a espaldas de la ciudadanía. Normal que treinta años después del golpe delictivo contra Rumasa, sea todo el país el que languidece en garras de los ladrones escondidos tras un ardid fingidamente democrático.

Existen buenos magistrados pero otros son de la piel del diablo. Esos segundos se iniciaron en la bellaquería encubriendo la delictiva expropiación de Rumasa y el destino los ha mostrado, treinta años después, tal cual son tras la máscara de un respeto que han perdido ante los ciudadanos.

No es posible mayor cinismo, tamaña hipocresía, desvergüenza al descubierto y capacidad de iniquidad en quienes han extraviado toda credibilidad por muy solemnemente que se pronuncien. Muy ínfimo ha quedado el supremo engaño que se pretende encubrir.

Atufa todo desde hace tres décadas y ahora se advierte el hedor generalizado. El Ministro de Justicia expone un discurso de acatamiento de los jueces ante tribunales superiores... lo mismo que cuando esos jueces y magistrados respetables mostraron la esencia de la que está hecha una justicia a la medida de su togada hipocresía cuando ignoraron la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, condenando al gobierno español por no ofrecer ninguna garantía procesal a D. José María Ruiz-Mateos. Una víctima de sinvergüenzas numerosos de la banca, la política, la empresa y la judicatura que fue exculpado de toda imputación en 1997.

Le han tomado por loco al reivindicar un juicio justo que es lo que sentenció Europa y que algunos jueces, con sinvergüenza desatención, pasaron por alto. Entre pillos andaba el juego del despiste para solapar el saqueo de la Rumasa que sólo fue a manos de particulares, cresos, malnacidos, impunes.

Pronto habrá que ver cómo reaccionan esos jueces cuando se les ponga delante una suma sencilla de jurídicas argumentaciones sobre la expropiación. El escándalo es permanente y no hay mérito en quien no se lo gana. En España, esta sufrida y paciente España, el suma y sigue continúa;  una sospecha acrecentada que da verosimilitud a las afirmaciones de que en este país doblegado por la corrupción, avalada desde algún tribunal, no hay imparcialidad digna de respeto. Ninguno.

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