viernes, 18 de mayo de 2012

Bankia versus Nueva Rumasa: Patente de corso política


                

Resultan harto paradójicos los contrastes en la solución de la crisis de Bankia respecto de Nueva Rumasa cuando existen tantas similitudes en los orígenes de la problemática.

Principalmente similar es el aspecto de recesión generalizada en que desembocó todo el proceso por intentar salvar la hecatombe mercantil de Nueva Rumasa y financiera de Bankia, siendo abandonada una y rescatada la otra. Muchas son las características parejas,otras secundarias, como para obviarlas. La opinión pública no debe dejar pasar por alto tantas coincidencias. En lo único que parecen diferir  ambos casos es en la solución final, con miles de perjudicados entre inversores y trabajadores del Grupo de la Familia Ruiz Mateos y la de una Bankia cuyos responsables no asumen ninguna responsabilidad obteniendo los favores gubernativos que se negaron a Nueva Rumasa.

Con paritarias circunstancias, sin embargo el cauce de resolución es judicial en uno y de favor político en otro. La injusticia es en demasía descarada y el disimulo tan evidente que no pasa inadvertido el trampeamiento que condena a unos y premia por la ineficacia de gestión a otros.

No sería extraño que los vergonzantes antecedentes del ataque frontal a la vez que traiciones contra José María Ruiz-Mateos con la expropiación de Rumasa en 1983, sean un pretexto perfecto para ignorar el drama en que ha desembocado el cierre del grifo crediticio por parte de un Banco de Santander que acumula 100 sentencias en su contra como prolegómeno de una importante pérdida de credibilidad de la Familia Botín.

No llamaría a sorpresa que los enemigos de entonces fueran los de ahora. Que los vergonzosos personajes de la política, la economía, de la política, la banca y del ámbito judicial, fueran los mismos que asestaron el golpe contra Rumasa siendo responsables, por acción u omisión, del salvaje coste que supuso una expropiación con indefensión absoluta del afectado.

La contemplación de un pago de 18.000 millones de Euros pudo ser suficiente preocupación como para orquestar un plan de pérdida de credibilidad con víctimas propiciatorias, para denostar al hombre que la justificación de lo moral permitía contemplar una compensación económica a la altura de los daños perpetrados hace treinta años. Bastaba desfondar la base de crédito sobre la que se soportaba el entramado mercantil de Nueva Rumasa, para que de carambola José María Ruiz Mateos perdiera su credibilidad empresarial, quedando atrapadas en el laberinto miles de personas. Perdida la credibilidad también moral nadie se afanaría en defender los derechos de Ruiz-Mateos, zanjándose definitivamente una carroñera deuda que España lleva en su haber más sinvergüenza.

No es nuevo que los sinvergüenzas ocupen los puestos de honor en esta España del puro engaño que se edificó durante una transición con muchos trapos sucios escondidos; tampoco que los honrados pasen por estafadores y se les echen a los perros feroces de los medios arrimados a conveniencia junto al poder corrupto que prevalece más allá de la alternancia política.

La expropiación de Rumasa es esa violación solapada que, dada la perseverancia por defender lo que legítimamente pertenece a José María Ruiz Mateos, es conveniente acallar de manera definitiva ante los indignados ciudadanos, quienes observan la impune corrupción política que nos ha arruinado a todos, con ese descaro continuado de dar carpetazo a miles de corruptelas por estar enarboladas tras siglas políticas o sindicales. Entre ladrones anda el juego, los dueños del tablero que deciden destruir fichas ajenas para seguir protegiendo las propias no pueden disfrazar ya la verdadera intención que adolece de falta de honradez y justicia. Siendo los grandes tramposos quienes amañan las reglas con la conveniencia evidente que ahora Bankia exhibe para vergüenza de todo un país, se colige que nada es lo que parece ni tampoco nadie.

Nueva Rumasa como Grupo Empresarial cumplía todos los propósitos para recibir un incentivo una vez cercenado el vital aprovisionamiento de crédito. Era evidente una intervención no traumática dada la coyuntura de la economía española. Sin embargo, sucedió todo lo contrario y es porque había mayor interés en hundirla que en mantenerla. Seguro que en esta ocasión tampoco son pocos los invitados al banquete, sólo que esta vez se ha prescindido de las metralletas. Es más efectiva la estafa social apuntando con el dedo al inocente y convertirlo en enemigo número 1; la misma injusticia hoy como entonces.

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